sábado, 3 de octubre de 2009


El destino
Dirigida por el maestro Carlos Alberto Vieu –en el que se anunció como posiblemente su último concierto en el Teatro Colón como director titular - la Orquesta Sinfónica Municipal, contó en el concierto del 28 de enero con la actuación del pianista Adriel Gómez Mansur.
Brahms y Leoncavallo
En la primera parte se ejecutaron dos –del total de 17- de las Danzas húngaras (1852-1869) de Johannes Brahms, la nro 1, en sol menor, y la nro. 5, en fa sostenido. Compuestas originalmente para piano a cuatro manos, la nro 1 fue orquestada por el propio Brahms y la nro. 5 por Martin Schmeling. La interpretación logró destacar los distintos relieves sonoros de estas obras vibrantes donde se hacen presentes elementos folklóricos. En el intermedio de “I Pagliacci” se rescató la especial sonoridad que hace al carácter de la obra: la triste dulzura de sus melodías y la connotación hondamente trágica.
Mozart
Adriel Gómez Mansur interpretó el Concierto Nro. 23, K.488, en la mayor, de Mozart. Nacido en Capital Federal hace catorce años, empezó su educación formal a los 6 y a tocar el piano a los 3. Ganó por unanimidad la bienal juvenil de festivales musicales, lo cual le otorga una gira de conciertos durante el año 2004. Participó en clases magistrales entre otros con Nelson Goerner y Ralph Votapeck, actuó en el Salón Dorado del Teatro Colón en los festivales Martha Argerich de 2001 y 2002 y sus interpretaciones han sido muy apreciadas por la misma Martha Argerich y Bruno Gelber –presente en la sala durante la ejecución-. Interpretó este mismo concierto en el teatro Colón de Buenos Aires, con su Orquesta Académica, bajo la dirección de Pedro Ignacio Calderón, con quien ejecutará el nro.2 de Saint Saëns. Ha interpretado el concierto en re mayor de Hydn y participado en el festival Llao Llao.
El piano Böesendorfer, por su sonoridad brillante, posiblemente no sea el instrumento más apto para interpretar a Mozart, el solista, sin embargo, pudo extraer de él un sonido esencialmente mozartiano: una extremada delicadeza en los pasajes lentos y un toque limpio, definido, de absoluta claridad en los pasajes rápidos, particularmente en el primer y tercer movimiento. En Mozart el intérprete debe poder crear la ilusión de sencillez, con un ataque particularmente decidido y específico, de sesgo clavecinístico. En la excelente versión de tres estudios del opus 10 y del opus 25 de Chopin, fuera de programa, hubo un trabajo pianístico radicalmente distinto, con la exploración hacia los límites del instrumento típicas de Chopin.
En la pausa del ensayo, tras interpretar el concierto, quedó solo ante el piano y ejecutó al azar fragmentos de obras, entre ellas la gran polonesa de Chopin.
Tchaicovsky
En la segunda parte se interpretó la Sinfonía nro. 5, en mi menor, opus 64, de Tchaicovsky, estrenada el 17.XI.1888. Esta inmensa e inspirada obra se inicia con un tema en clarinetes, cellos y bajos –el tema del destino- que aparece a lo largo de toda la sinfonía y es reelaborado en el último movimiento, en modo mayor, como una especie de himno ruso, relevado del carácter introvertido y sombrío del comienzo, lleva a la obra a su conclusión. La paleta orquestal de Tchaicovsky es sumamente rica y emotiva y su trabajo instrumental muy sutil. La acentuación de los distintos matices rescató muy bien este espíritu. Destacaron especialmente José Garreffa –corno-, Mario Romano –clarinete-, Gerardo Gautin –fagot-, Guillermo Devoto –oboe-, Jorge Gramajo –corno-, Gustavo Asaro –clarinete-, Karina Morán –fagot-, Andrea Porcel –oboe- y la línea de metales.
La sinfonía del destino, es una de las obras mayores de Tchaicovsky: hay en ella inspiración melódica, unidad, un tratamiento orquestal imaginativo y colorido, así como un aprovechamiento de elementos en sí, sencillos, pero planteados de maneras siempre sorprendentes.
Habitamos la música, las obras como ésta, refugiándonos en ella de la intemperie del mundo.
Eduardo Balestena

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