lunes, 4 de julio de 2011

Claude Debussy, músico francés





Nuestra sinfónica hizo hace poco obras de Claude Debussy (1862-1918), entre ellas el Preludio a la Siesta de un Fauno, verdadero punto de nacimiento de una estética musical.
¿Es el músico de los poetas, llevó a la música ideas de la pintura o, bajo el estímulo de la poesía y la pintura pudo encontrar un lenguaje capaz de expresar ideas genuinamente musicales?
Lenguaje y sensibilidad
La influencia de Mallarmé (1842-1898) y los poetas simbolistas, por un lado, la reacción contra el germanismo wagneriano por otro, parecen los elementos en que es posible situar el surgimiento de una estética donde las sensaciones y no las formas, la introspección, y no la retórica y los climas forman el contenido musical.
No parece haber sido un camino repentino ni en línea recta sino un descubrimiento progresivo: en la orquesta, en el piano.
Ante lo que supuso el agotamiento del sistema armónico y tonal, con estructuras formales que resultaban predecibles a Debussy, con el triunfo del germanismo y la sonoridad wagneriana que consideró grandielocuente, una “pasta sonora donde es imposible distinguir un violín de un trombón”, inauguró e impuso un estilo hecho de detalle y delicadeza. Firmó sus obras como Claude Debussy, muscicien française: filiación e identidad nacional, ruptura y a la vez continuidad.
Su estética se valió del uso de escalas antiguas, pentatonales y exatonales, de tonos enteros, de sus enlaces de acordes ya no pensados en su funcionalidad, ni en su resolución en consonancia sino en el clima de indefinición, de rechazo a la tonalidad definida y en un sentido no de efecto sino de levedad y transparencia del sonido. Pero aun estos postulados parecen lejos de agotar a un músico que abrió un mundo, rebautizó otro y que parece haber buscado siempre una belleza múltiple: sorprende el uso en Children´s corner, de la ironía, la búsqueda de la infancia tanto como de los ritmos, como el cake-walk en el número VI, que le confiere ese aire de ragtime y que cita -irónicamente- el leimotiv del deseo, de Tristán e Isolda.
Su inspiración parece venir tanto de la pintura como del simbolismo, la sonoridad de Chopin en el piano o la tradición: dice refiriéndose a Rameau “Es lamentable que la música haya seguido durante tanto tiempo los caminos que la alejaban pérfidamente de aquella claridad expresiva, de aquella solidez y concisión formal que son cualidades particulares y significativas del francés”. Parece una verdadera declaración de principios: el lenguaje poético pero en su concisión y solidez, como un rasgo nacional.
Nacionalismo, esteticismo, búsqueda de la música como fin son rasgos de una estética propia.
Mallarmé
A su regreso de Villa Medici frecuentó el núcleo de pintores y poetas que se reunía, cada martes, en el departamento de Mallarmé. Escritores como Villiers de L´isle Adam; Paul Valery; Rainer Maria Rilke o pintores como Auguste Renoir; Claude Monet y Edgar Degas acudían a esa tertulia En el ideal de Mallarmé, géneros y estructuras tradicionales, en una reacción al naturalismo, quedaban abolidos a favor de una libertad de expresión hecha en la espiritualidad. En uno de sus volúmenes de poesía se encuentra La siesta de un fauno. Égloga de 110 versos, en versos alejandrinos pareados publicada por primera vez en 1876. En su despertar, el fauno se pregunta sobre la duda de haber soñado o vivido una aventura con dos ninfas. De la aventura sólo queda “una mordedura misteriosa debida a algún diente augusto”. Soledad, deseo, duda sobre el estatuto de lo real, son elementos también presentes en el Preludio a la siesta de un fauno, de Debussy –que no es un poema sinfónico ni una fantasía- y que comienza con un solo se flauta que en su dulzura y a la vez en su decisión, parece salido de un sueño pone en primer plano esa música indefinida y a la vez transparente.
Fue estrenado el 22 de diciembre de 1894 por la Orquesta de la Sociedad Nacional de Música, institución fundada por Camille Saint-Saëns para la difusión de las obras de músicos franceses.
Obras como La mer (tres bocetos sinfónicos) o los Nocturnos (Nuages; Fêtes; Syrenes) en los cuales el elemento visual y sensorial es tan fuerte son obras maestras de orquestación. Ello y el hecho de otorgar importancia al sonido en sí, como los impresionistas se la otorgaron al color en sí, no permiten limitarlo a la escuela impresionista de la pintura, admirador, como fue, de la obra de J.M.W. Turner (1775-1881) de quien es tan conocida la pintura en que el buque insignia de Nelson es remolcado por un vapor que lo conduce a su desguace (Fighting temeraire tugged to her last Berth to be broken up, 1838); o de Housaki, cuya estampa La gran ola de Kanagawa utilizó como portada de El Mar. No obstante, hay un fuerte contenido descriptivo en obras como los Nocturnes o en Syrenes -uno de ellos- donde interviene un coro femenino, pero sólo vocalizando.
Maeterlinck
En 1893 asistió a la representación de Pelléas et Mélisande, de Maurice Maeterlinck (1862-1949) obra en la que casi no hay acción, en el sentido tradicional del término, y los personajes, más que seres concretos, son casi como fantasmas en un inverosímil medioevo, símbolos de una humanidad perdurable en su esencia.
En Maeterlick, padre del movimiento simbolista, descubrió a un ideal de poesía.
Quizás haya que escuchar así a su música, como una forma de poesía hecha en el detenimiento de la belleza del sonido antes que en su función. Una poesía que adopta muchas y variadas formas y por eso siempre es inagotable.
Turner
La imagen de Turner es la de dos épocas: un buque que significa un ideal –el heroísmo, la navegación a vela- es transportado en su último viaje por un vapor, símbolo del progreso, pero sin historia y lo hace en el crepúsculo de una indefinible nostalgia.
Ese mundo sonoro que Debussy quiso dejar atrás, como en la obra de Maeterlinck, no es algo que pueda ser dejado atrás, pero sí suscita una mirada nueva, la de esos colores evanescentes en que un navío inerme es remolcado. De algún modo aquello que había para decir estaba en el modo de ver, en el de captar y en el de hacer que cada estímulo pudiera ser expresado poéticamente.
Ese quizás sea la parte mayor del enorme legado de quien firmó sus obras como musiciean française.



Children´s corner, Arturo Benedetti Michelangeli

Eduardo Balestena
http://www.d944musicasinfonica.blogspot.com/