jueves, 30 de junio de 2011

Treinta años de música



La revista Música hoy, dirigida por el crítico Juan Gelaf, cumple treinta años. En su grupo de colaboradores se encuentran, entre otros, Carlos Ernesto Ure, crítico musical del diario La Prensa; Héctor Coda, del diario La Nación; Beti von Brunow; Enrique Honorio Destaville y Adalberto Tortorella; y un número de corresponsales en distintos países, como Esteban Benzecry.
En el número 127 hay una nota sobre el bailarín Ángel Pericet, recientemente desaparecido, distintas novedades musicales, nacionales e internacionales y dos artículos a actividades de Mar del Plata: La Orquesta Sinfónica Municipal y su temporada 2010/2011 y un reportaje a la pianista Mirta Herrera, que tocó con la sinfónica en el cierre de ese ciclo. También está la temporada 2011 del Teatro Colón; las transmisiones en simultáneo de Ópera en HD del Metropolitan Opera; el ciclo del Mozarteum Argentino y otros temas de interés, como las obras de Esteban Benzecry escuchadas bajo las batutas de Enrique Antonio Diemecke y Gustavo Dudamel.
Resulta especialmente significativo el editorial que abre el número bajo el título “Aprecio por nuestros artistas” donde se señala que son muchos los bailarines, solistas y cantantes argentinos que han alcanzado reconocimiento en el mundo pero que frecuentemente se ven postergados por artistas internacionales de menor calidad”.
Parece un espejo del trabajo de los artistas marplatenses que, pese a todo, consiguen abrirse un espacio gracias a su persistencia y a su calidad.
Carlos Ure dedica un artículo a las puestas de los festivales de Bayreuth y otro a la puesta de La Frauta Mágica, en el Teatro Colón de Buenos Aires. Héctor Coda dedica uno de los suyos al violinista Xavier Inchausti, reciente ganador de la beca Teresa Grüneisen, que tocó con nuestra sinfónica en el último ciclo el Concierto para Violín de Jean Sibelius.
Juan Gelaf, a costa de calidad, trabajo y una empresa esforzada, consiguió atravesar tres décadas de las eternas crisis argentinas y seguir con un referente tan significativo como Música hoy.






Eduardo Balestena
http://www.opus115musicadecamara.blogspot.com/

lunes, 27 de junio de 2011

Un cambio del objetivo del arte musical



La orquesta Sinfónica Municipal se presentó, el 25 de junio, bajo la dirección del maestro Emir Saúl y con la actuación solista de Lucía Luque en violín.


Fue abordada la Pavana, de Gabriel Faure (1845-1924) músico de enorme refinamiento que abre en parte al camino a la estética posterior.


La violinista Lucía Luque abordó la Introducción y rondó caprichoso, de Saint Saëns (1835-1921); Meditación, de Thaïs de Massenet (1842-1912) y Fantasía para violín, op. 23, de Pablo de Sarasate (1844-1908). Mostró un dúctil fraseo, una bien lograda acentuación y un sonido muy trabajado (por ejemplo en el inicio de la Introducción y en Meditación), con una técnica puesta en función expresiva. Se manejó con una irregularidad en el tempo que dificultó el diálogo con la orquesta y los inconvenientes del final de la obra de Sarasate, más allá del dudoso buen gusto de las adaptaciones de fragmentos de ópera para violín, en un trabajo que no es de lo más representativo del músico vasco, ensombrecieron una buena actuación.


En la segunda parte fueron abordados el Preludio a la siesta de un fauno; la Petite Suite y Printemps, de Claude Debussy (1862-1918). Tanto el preludio como Printemps (1884, obra temprana escrita en oportunidad de recibir el Premio de Roma) constituyen creaciones representativas de una estética nueva, inspirada por el lenguaje wagneriano, en el caso de Printemps, y en reacción al germanismo wagneriano y al sistema tonal clásico en el otro. Buen gusto, delicadeza, introspección (señalaba Horacio Lanci en su programa dedicado a Debussy). Valiéndose de escalas pentatonales, exatonales, con arpegios en la misma escala, y una concepción novedosa en el encadenamiento de acordes (como el de quinta aumentada) hizo desplazar su funcionalidad dentro de un sistema y erigió a la música y al refinamiento auditivo como objetivos en sí mismos del hecho musical. Acordes y sonidos no cumplen la función de subrayar determinadas armonías sino que constituyen una finalidad. En Printemps, por ejemplo, la música no resuelve en consonancia y discurre en motivos que toman distintos instrumentos, en una modulación que recuerda al jazz, particularmente en el uso de ciertos timbres.


Se trata de obras muy complejas: por los diferentes valores de compases en las distintas secciones, por el refinamiento tímbrico, que implica que deba haber una afinación perfecta, por el equilibrio de sonoridades y por la modulación. De este modo, resultan difíciles para marcar, particularmente las entradas, en valores rítmicos distintos.


Hubo un sonido muy logrado, tanto en solistas como en la orquesta, en una dirección que reparó más en el todo que en la marcación de las intervenciones solistas.


Destacaron Federico Gidoni (flauta); Mariano Cañón (oboe); José Garreffa (corno); Gerardo Gautín (fagot); y Mario Romano (clarinete).


Es un hecho muy positivo que hayamos podido acceder a obras como el Preludio y Printemps.








Eduardo Balestena





lunes, 13 de junio de 2011

Un Mozart logrado









En su concierto del 11 de junio en el Teatro Colón, la Orquesta Sinfónica Municipal, dirigida por el maestro Emir Saúl contó con la actuación solista de Mariano Cañón (oboe); Gerardo Gautin (fagot); José Garreffa (corno) y Mario Romano (clarinete).
Sinfonía Concertante para oboe, clarinete, corno, fagot y orquesta, en mi b, K 297 (b) de Mozart. Aun lejos de la riqueza de sus obras mayores hay, en este concierto para grupo concertante y orquesta (que se conoce en otra versión con flauta), un trabajo de matices, de alternancia de la materia sonora, en los timbres y una altura en la construcción musical. El segundo movimiento, el bellísimo adagio, quizás lo mejor de la obra, es una verdadera obra de cámara ante cuya belleza el sonido orquestal parece retroceder, acompañar y subrayar. Mozart confiere el color al oboe y al clarinete y requiere del corno y el fagot la base armónica. No obstante se produce una alternancia en esas funciones que deja bien sentado que no hay roles secundarios: todos tiene exigencias comunes (expresividad, dulzura, precisión) y específicas (armonía, melodía). El andantino es en sí mismo un interesante planteo: a un tema inicial sucede una respuesta. El tema inicial será variado, alternativamente, por las voces solistas, separadas por la reiteración del segundo tema, invariado. Se trata de intervenciones rápidas, expresivas y exigidas. En este sentido, más allá de algunos inconvenientes puntuales, hubo un ajuste absoluto entre los solistas, y riqueza en los matices, con una orquesta en la que se cuidó el equilibro entre sonoridades rápidas pero suaves y el conjunto concertante.
Mariano Canón ha tenido una formación integral en dirección coral y educación musical antes de dedicarse al oboe como solista, participando además en seminarios de música antigua. La obra puso a prueba su técnica y la llevó a una función netamente expresiva. Mario Romano ha destacado como solista de la orquesta –por ejemplo en el exigente concierto nro. 2 de Weber y su sonido se caracteriza por la inflexión, el relieve y la justeza. José Garreffa, solista de extensa experiencia, entre otros organismos en la Filarmónica del Teatro Colón, y de participación en conjuntos de cámara, ha desarrollado un conocimiento del instrumento y del repertorio a un nivel en que lo ha interiorizado y todo lo hace sin esfuerzo, con un grado de dominio técnico asumido como algo natural. Gerardo Gautin, también ha tenido una intensa formación, como integrante de Orquestas (la de Salta; Juventudes Musicales o la Sinfónica) que abarca estudios en Amsterdam. Ellos forman parte, además, del Quinteto de Vientos de Mar del Plata, y pudieron asumir las diferentes exigencias de una obra que en cada movimiento plantea una exigencia diferente y fue evidente la preparación con la que llegaron a ella.
En la segunda parte fueron interpretadas dos números 1 y 2 de Rosamunde, música de escena para el drama de von Chézy, de Schubert, y la Sinfonía nro. 5 en si b. D.485, del mismo compositor. En el primer caso, con un sonido algo más formado en el concierto, respecto del ensayo general hubo una falta de homogeneidad en el diálogo entre la sección de maderas –siempre compacta, con calidez y musicalidad- respecto de una cuerda con un sonido algo áspero. Las sinfonías de Schubert de inspiración Mozartiana, como la nro. 5 no resultan fáciles: la belleza de la melodía está dada en una exigencia de suavidad y expresividad, particularmente en las cuerdas, que exigen un trabajo más profundo en el refinamiento de sonoridades siempre expuestas.
La separación de los violines, dispuestos los primeros a la izquierda del director y los segindos a la derecha, tal como se hizo en el concierto de Mozart para fagot, que interpretó Gerardo Gautin, fue un acierto acompañado por un trabajo en las dinámicas que permitió en todo momento, apreciar el trabajo del grupo concertante.

Eduardo Balestena
http://www.d944musicasinfonica.blogspot.com/

domingo, 5 de junio de 2011

Orquesta Sinfónica de Mar del Plata y su temporada 2010/11



El año 2010 marcó el 62 aniversario de la Orquesta Sinfónica Municipal de Mar del Plata que ofreció su primer concierto, en el desaparecido Teatro Odeon, el 22 de noviembre de 1945 como un conjunto creado por la Asociación Gremial de Músicos, convertido en organismo municipal en 1948.

La experiencia de escucharla es inseparable para muchos de nosotros de las primeras impresiones con la música en vivo y del recuerdo de directores y solistas (nacionales y extranjeros) que escuchamos, y de lo que la orquesta involucra hoy en día: el programa municipal de música en los barrios, los conciertos didácticos, las formaciones –camarísticas o de música popular- desarrolladas por muchos de sus integrantes, el Campus Musical de la Armonía, que, impartido por el maestro Jordi Mora (quien condujo como director invitado la sinfónica en 2010) desde hace más de 20 años convoca a músicos de distintos países y en el cual se formaron y siguen formándose muchos miembros de la orquesta; y ámbitos como la Ópera de Mar del Plata; la gala Zurich; o la Orquesta Sinfónica de Olavarría, integrada por músicos locales, de la filarmónica de Buenos Aires y de nuestra sinfónica.

Directores, solistas, repertorio

La gestión de Washington Castro (1977 a 1984) significó la ampliación de la planta del organismo, la actuación de solistas como Narciso Yepes, Jaime Laredo, Paul Badura Skoda o Christine Walewska (entre muchos otros) y también proyectos como los concursos de jóvenes solistas, que abrieron el espacio para músicos que luego destacaron en distintos ámbitos, o los conciertos didácticos. Uno de los aspectos más relevantes quizás haya sido la orientación del repertorio hacia vanguardias del siglo XX (en algunos casos muy difíciles de hacer hoy): Prokofiev, Honegger, Shostakovich, Ravel.

Directores, solistas y repertorio son quizás las tres grandes variables de una orquesta sinfónica. Marcan la actitud entre estudiar y preparar obras nuevas o refugiarse en versiones standard de las de archivo; o la de contratar solistas conocidos; o explorar las potencialidades de otros. Pareciera no que se trata de optar por uno u otro camino, sino de saber encontrar en cada uno de ellos el mejor resultado musical posible. Solistas como Hugo Schuller, José Alberto Araujo y otros, hablan a las claras del talento de músicos muy jóvenes y de que en música la consagración es un criterio más en el conjunto de otros susceptibles de exploración e igualmente válidos: ese quizás sea uno de los legados mayores de Washington Castro.

Guillermo Becerra y Carlos Vieu, llevaron a cabo gestiones, al frente del organismo, que depararon experiencias como Concierto para Orquesta, Carmina Burana, de Orff –a cargo del maestro Becerra- o el Concierto para cello de Dvorak (por Eduardo Vasallo, en 2003) o la Cuarta Sinfonía de Bruckner, por mencionar ejemplos de obras cuya interpretación fue un desafío (ya sea por los recursos y por la mermada plantilla orgánica de la orquesta). Carlos Vieu ofreció además la Pastoral de verano y el Concierto campestre, de Washington Castro (en ocasión del 94 to. Cumpleaños del maestro, en julio de 2003).

Bajo la batuta de Pedro Ignacio Calderón fueron abordadas obras como la Metamorfosis para veintitrés instrumentos solistas, de Richard Strauss, la Sinfonía nro 4 de Mahler o la Sinfonía Fantástica, de Berlioz, con un grado de profundidad y detalle en la preparación que significó, en sí mismo, un enriquecimiento.

Temporada 2010/11

El ciclo de la maestra Susana Frangi significó por un lado el llamado a concurso de instrumentistas y la cobertura de cargos, con la consiguiente ampliación del número de solistas: de ser una orquesta de maderas y metales por dos, pasó a ser una de maderas y metales por tres (tres flautas, tres trompetas, etc), con la posibilidad de abordar obras nuevas con menos contrataciones de músicos de refuerzo; el curso de repertorio que impartió en el museo Castagnino significó poder preparar a cantantes como Andrea Nazarre, quien cantó, por primera vez en Mar del Plata, las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss.

Fueron ofrecidas en primera audición –en Argentina y en Mar del Plata- trabajos como la Sinfonía sobre un tema de amor, de Nino Rota, o la suite de danzas de Il gatopardo –correspondientes a la famosa escena del baile de la película de Visconti-, o el Danzón nro 2 de Márquez.

Quizás una de las mayores contribuciones haya sido el de brindar espacio a solistas marplatenses. En el caso de Horacio Soria, un pianista que acompaña a formaciones corales en galas de ópera o en obras como el Stabat mater de Pergolesi, o Carmina Burana, por citar sólo dos ejemplos, interpretó el Concierto para piano de Washington Castro, una obra compleja en el uso de los diferentes valores rítmicos, de un valor musical evidente. También actuaron en ese rol solistas de la orquesta, como Pablo Albornoz (concertino suplente, miembro del Cuarteto de Cuerdas de la Universidad Nacional de Mar del Plata y formador del grupo Avalon Land); Baldomero Sánchez (viola); Gerardo Gautin (fagot); Mario Romano (clarinete), Aron Kemelmajer (concertino, co-creador del ciclo de cámara De Bach a Piazzolla). Se hicieron además obras como las Suites nros. 1 y 2 de antiguas danzas para laúd, de Ottorino Respighi, no interpretadas antes.

Susana Frangi, que además dirigió el Réquiem Mozart y un concierto dedicado a gran parte de Aída, con solistas de la ciudad, pudo aunar el criterio de la libertad en la elección de obras y solistas, con el de llevar adelante una plan de trabajo que significara, además de una gestión con recursos económicos genuinos, el compromiso y el trabajo con artistas de la ciudad.

La orquesta ha transitado por distintas épocas y gestiones. Quizás, además del resultado artístico, debamos reparar en la enseñanza de que cada circunstancia generas sus propios beneficios: en unos casos éste finca en el enriquecimiento que significa el contar con solistas y directores internacionalmente reconocidos, en otro el forzar la mirada hacia adentro, en la tarea de descubrir a aquellos que tienen un valor musical que aportar.

La propia música involucra esa enseñanza: la de ser algo que no se detiene y siempre fluye en pos de resolver un material o buscar un sonido nuevo, y también entraña la certeza de que aunque tras cada concierto hay una historia, también habrá siempre un espacio por descubrir.

Eduardo Balestena

http://www.d944musicasinfonica.blogspot.com



(artículo publicado en el nro. 127 de la revista Música Hoy

(la primera fotografía corresponde al primer concierto de la Orquesta de la Sociedad de Músicos, en el teatro Odeon, en 1945