lunes, 5 de octubre de 2009


Obras de juventud
En su primer concierto como Director titular de nuestra Orquesta Sinfónica Municipal, el Maestro José María Ulla –cuya reseña biográfica, así como la del solista Marcelo Balat, fueron publicadas en la edición de la Capital del 30 de abril- ofreció un programa integrado por la Sinfonía nro. 6, en re mayor de Haydn, el Concierto nro. 3, en do mayor, opus 37 de Beethoven, y la Sinfonía nro. 1 en do menor, opus 11 de Mendelssohn.
Durante el ensayo general, el Maestro señaló que se trata de trabajos de juventud de los autores, ejecutado uno de ellos por un joven solista, y todos por una joven orquesta, para señalar que en todos ellos, se advierte una concepción original.
El desarrollo del programa permitió corroborar estas afirmaciones. Tal como lo señaló el maestro, la Sinfonía nro. 6 “Le matin” de Haydn (1732-1809), forma parte de un tríptico, e incluye, en la sonoridad festiva y chispeante de Haydn, un discurso original para la época en cuanto a intervenciones solistas, tanto en el Segundo movimiento –adagio- como en el tercero –menuet- confiando, en este ultimo, con el acompañamiento de las cuerdas en pizzicato y de las maderas, solos al violín –Aron Kiemelmajer- , el cello –Enrique Maltz- y el contrabajo –Sergio Gugliotta.
Beethoven
Marcelo Balat –a quien pudimos ver en el programa de Canal (à) destinado al concurso internacional Martha Argerich, junto a Pía Sebastián de quien es alumno desde 1995, presente en la sala- abordó el Concierto nro. 3, en do menor, opus 37 de Beethoven (1770-1827), obra esbozada a fines del siglo XVIII, y compuesta definitivamente en 1800, entre la primera sinfonía y los primeros cuartetos y como tal, verdadero turning point ya que si bien participa de una concepción marcadamente clásica –que advertimos en cierta idea aún mozartiana del toque en muchos pasajes-, esboza elementos posteriores, lo cual, es dable tener en claro como criterio interpretativo. Detalle y profesionalidad se mostraron en esta versión en la cual, en algunos pasajes el discurso pareció ser una improvisación organizada, lo cual, rescata éste carácter de Beethoven. Luego de la compleja cadencia –al final del primer movimiento- con el genial enlace final con la orquesta, hay un contraste con el largo, sutil y envolvente, abordado con gran delicadeza, para ser sucedido por el Rondó allegro, cuya construcción es también original.
Mendelssohn
En la segunda parte, se interpretó la Sinfonía nro. 1 en do menor, opus 11 de Mandelssohn (1809-1847). En el programa dedicado por la Voz de Alemania, a una gira de la Orquesta de Cámara de Bremen en China, la solista de piano afirmaba –refiriéndose al concierto nro. 1 del mismo autor- que parece muy simple y luminoso, pero que esa “simpleza” no resulta más que de un enorme virtuosismo y complejidad. Tal afirmación parece absolutamente aplicable a esta sinfonía, concebida a principios de la década de 1820. Menndelssohn, con su aparente ingenuidad, no da respiro a ninguna sección de la orquesta en ningún momento. Además de la exigencia en los tiempos, en la musicalidad expresiva, grácil y a la vez honda, la cerrada textura musical se desarrolla en un equilibrio en el cual el intérprete debe atender doblemente al enorme número de notas a la vez que a la definida expresión que entraña el discurso. Tuvimos ya oportunidad de apreciar esto en la sinfonía nro. 3, dirigida por el maestro Mario Perusso-. Es una obra de virtuosismo, particularmente en las cuerdas, con intervenciones solistas de flauta –Federico Gidoni- y clarinete –Mario Romano.
Un sentido homenaje
Al iniciarse la segunda parte, el Maestro Ulla se dirigió al público para señalar que para él, era un gran honor la presencia del Maestro Washington Castro quien, en sus palabras “fue el primer director que ví en mi vida, y a quien veía pasar diariamente a los ensayos”, ya que el Maestro Castro era Director de la Orquesta Sinfónica de Santa Fe, de donde el maestro Ulla es originario.
Obras de juventud significa entonces aquellas en que la madurez futura, de algún modo ya estaba presente, con lo cual la frontera entre ayer y hoy, se fusiona como en el abrazo del Maestro Ulla con el Maestro Washington Castro. Aquello pleno y profundo, siempre estará en lo por venir igual que en lo que vino antes, y ese parece ser el mensaje de la música y de las generaciones que se confunden en su curso.
Eduardo Balestena

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