domingo, 28 de febrero de 2010

Una confluencia musical


La maestra italiana Susanna Pescetti, dirigió a la Orquesta Sinfónica Municipal en el concierto del 19 de julio, en el cual actuaron como solistas en flauta traversera Julieta Blanco y Alexis Nicolet.
Obertura de la Cenerentola, de Giochino Rossini
Fue intenso el trabajo sobre esta obertura, que no es una las que habitualmente interpreta la orquesta en los comienzos de los programas de concierto. Sus exigencias son muchas: en las cuerdas, en las maderas, con sus difíciles solos, como el de oboe (Andrea Porcel), el de clarinete (Ernesto Nucíforo), flauta (Federico Gidoni) y picollo (Paula Oyhamburo) y en los aspectos expresivos, como los crescendos que se resuelven en clímax orquestales.
Concierto en re menor para dos flautas y orquesta, de Franz Doppler
Proveniente de una familia de músicos, lo fueron el padre y el hermano, con quien interpretaron conciertos como el que escuchamos, Franz Doppler (Lememberg, 1821-1883) fue un virtuoso flautista.
Esta bella obra es indicativa de que llevaba a sus composiciones la destreza técnica que él mismo tenía. Reúne aquí el encanto sonoro y un muy exigente dominio del instrumento.
Concebido en tres movimientos, con la cadencia más extensa y comprometida, en el tercero, que sucede sin solución de continuidad al segundo, presenta numerosas dificultades: se trata de pasajes muy rápidos, y de un permanente diálogo, abierto, por decirlo así, en dos frentes: los instrumentos solistas entre sí, y ambos con la orquesta. En efecto, ésta no se limita a un mero acompañamiento, y la orquestación es nutrida. Todas las secciones intervienen en un todo que si bien tiene divisiones, no admite, literalmente, respiro, en un tejido rápido y muy cerrado.
Las intervenciones solistas están pensadas en una continuidad de la primera flauta (Alexis Nicolet) con la segunda (Julieta Blanco) y la rapidez de los pasajes, hace que este diálogo sea un permanente salto al vacío, un mecanismo de engranajes, sin resquicio alguno.
Pero la obra, sin ser musicalmente profunda, requiere no sólo de técnica, sino de expresión. Pensamos entonces en cuantos trabajos como éste, tan ricos, no forman parte habitual del repertorio, debido a razones no muy explicables, por lo cual, el mérito de poder interpretarla desde cero, es doble.
Alexis Nicolet y Julieta Blanco, solistas muy jóvenes en edad (con experiencia en la orquesta), se revelaron como músicos muy seguros, de mucha técnica, y de una gran madurez interpretativa. Pudieron obtener un registro que hizo de esta obra algo vivo y no un simple despliegue de técnica, y hacerlo con gran solidez.
Sinfonía Nro.3, en la menor, op. 56, “Escocesa” de Mendelsshon
Una concepción muy distinta a los habituales abordajes de esta sinfonía fue el que le dio Susana Pescetti, y que podríamos resumir en estos aspectos: un tempo rápido, marcado, enérgico, muy respetuoso de las relaciones de duración, y un constante énfasis en las relaciones dinámicas, es decir, volúmenes, y expresividad.
A la vez, fue muy contrastante la interpretación entre uno y otro movimiento, el adagio, por ejemplo, presentado como una profunda muestra de lirismo y suavidad, internándose, virtualmente, en la dulzura y el detenimiento. El cuarto, fue en cambio pura energía y la presentación del himno protestante que cierra el movimiento, a diferencia de la que suele escucharse, fue franca y enfática: el tema apareció de lleno, no en la forma casi progresiva con que suele ser abordado en otras versiones.
Un plus que tenemos en el ensayo, es el de escuchar la obra con estas indicaciones, dadas de viva voz, con inflexiones, que de pronto nos hacen entender muchas cosas: un sentimiento, una concepción estética, un modo de abordar las cuestiones técnicas.
Fue interesante por ejemplo el trabajo sobre un difícil pasaje –que había sonado perfecto- in cresecendo de los violines en el segundo movimiento: hizo que la línea lo ejecutara a tempo lento, y fue agregándole el crescendo, cuidando de no acelerar, y luego llevó el pasaje a tempo, con lo cual el resultado fue el deseado: es decir, la expresividad puede ser trabajada, construida y pensada. Las intervenciones solistas, como en el solo de clarinete del segundo movimiento, son muy expuestas, por lo difíciles, y por la expresividad que deben aportar, más en una interpretación como la que tuvimos. Se destacaron Federico Gidoni (flauta), Paula Oyhamburo (flauta segunda) Andrea Porcel y Guillermo devoto (oboes), José Bondi y Oscar Romairone (trompetas), Federico Dalmacio (cello), Carlos Nuciforo (clarinete solista) y la línea de cornos: José Garreffa, Jorge Gramajo, Adrián Toyos y Ramiro Mateo.
Susanna Pescetti condujo a la orquesta, con su particular carisma y energía, haciendo jugar su propio sentimiento ante obras que conoce y admira; y al hacerlo, hizo sentir que, a la manera de Celibidache, la música se hace en aquella técnica que es puesta en movimiento a partir de una hondura interior, cuya energía nutre esa experiencia musical, y la hace única.

Para ver el video de este concierto: Parte I, Parte II, Parte III.


Eduardo Balestena
ebalestena@yahoo.com.ar

1 comentario:

  1. ...traigo
    sangre
    de
    la
    tarde
    herida
    en
    la
    mano
    y
    una
    vela
    de
    mi
    corazón
    para
    invitarte
    y
    darte
    este
    alma
    que
    viene
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    CON saludos de la luna al
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    ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE LOVE STORY, CABALLO, LA CONQUISTA DE AMERICA CRISOL.

    José
    ramón...

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