domingo, 28 de febrero de 2010

El enigma mozartiano


Se presentaron, en el Teatro Municipal Colón, la Orquesta Sinfónica Municipal, y el Coral Carmina, con la actuación solista de Edith Villalba, soprano, Karina De Virgilio, mezzosoprano, Fernando Roca, tenor y Marcos Devoto, bajo; con la dirección del Maestro José María Ulla, interpretaron el Requiem, para solistas, coro y orquesta (K.526) de Wolfang Amadeus Mozart.
El Requiem
Cuando Mozart murió, el 5 de diciembre de 1791, la obra carecía de una realidad sonora autónoma aunque, inconclusa, plasmara buena parte del pensamiento del autor, en las secciones completas, y en las ideas que, desarrolladas ulteriormente con mayor o menor fidelidad a las del maestro, eran irremediablemente incapaces de ir más allá. Si bien fue el músico Josef Leopold Eybler, quien permaneció con Mozart hasta el fin, el destinatario de las reflexiones finales sobre la obra, ésta fue completada por su discípulo Franz Xaver Süssmayr (1766-1803). De este modo alternan ideas de una madurez asombrosa, soluciones convencionales y fragmentos con posibilidades expresivas truncas.
La interpretación
Debemos pensar a la interpretación –sensiblemente mejor pautada y más expresiva en el ensayo general que en el concierto- desde dos aspectos. En el primero, fue un trabajo formalmente muy correcto, con solistas de una cuerda y sensibilidad apropiada para una obra cuya naturaleza es discontinua, que técnicamente es muy dificultosa y con exigencias diferentes en cada una de sus partes. Verla interpretar es asumir que, tal como surge de la concepción original, está destinada al coro. Éste lució en los aspectos esencialmente mozartianos, como (al sólo título de ejemplo) el Introito (Réquiem aeternam dona eis nomine/ Dales el descanso eterno, Señor), con un excelente comienzo también en la orquesta, en los graves de la cuerda, fagotes y clarinetes, en una bellísima polifonía, con los trombones luego duplicando a las voces de contralto, tenor y bajo. También lo es la doble fuga del Kyrie, o las modulaciones del coro en el Confutatis, en un trabajo que se mostró más expresivo en el comienzo y el final, donde en el Communio, a la altura de sempiternam (dona eis sempiternam- dales el descanso eterno), hay una soberbia modulación que lleva al introito (lux aeterna) con la intervención de la soprano (una excelente Edith Villalba), así como también fue de expresivo el coro en el Dies irae, el Confutatis y el Rex tremendae. Las partes para solistas, como el Tuba mirum, el Domine iesu o el Benedictus, mostraron la musicalidad de cantantes muy experimentados (Marcos Devoto ha cantado la 9na. De Beethoven, así como Ferando Rocca y Karina de Virgilio actuó hace poco con la Sinfónica) y seguros que aunaron el dominio técnico a la sensibilidad de la obra.
En un segundo aspecto, donde la exigencia de expresión es más sutil, hubo un trabajo menos hondo y flexible, con tiempos que relegaron aspectos de la escritura mozartiana, es el caso del Hostias, (Hostias et preces tibi domine/Súplicas y alabanzas, Señor), escrito en compás de ¾, de una belleza dulce y cautivante, cuya parte coral está íntegramente compuesta por Mozart, así como los dos primeros compases para los arcos, y un diseño para los primeros violines en los últimos once compases. Allí finaliza la escritura original de Mozart (con lo cual el fragmento puede ser lo último en haber sido compuesto por él). Tiene la función de aportar al clima de angustia y agitación, un contraste singularmente calmo, con la particularidad del modo de unir los acordes en una modulación sensible y muy bella, más propia del romanticismo que del clasicismo. El tiempo usado y una orquesta muy marcada, no permitieron percibir claramente la plenitud del contenido musical del número. Algo similar sucedió en el Benedictus, el bellísimo cuarteto, con pasajes instrumentales que recuerdan a la flauta mágica.
Sin embargo si confrontamos el resultado con una grabación, como la de la English Chamber Orchestra, dirigida por Johannes Somary, de la cual se podría predicar lo mismo, surge que en todo caso, se trata de un criterio musical. No obstante, las cosas no son así en la excelente versión de Colin Davis al frente de la Orquesta Sinfónica de la BBC
Es de resaltar el final, luego de la misma doble fuga del Kyrie, pero con otro texto, seguido por un acorde sin tercera (un acorde hueco), así, dice el maestro Lanci, la respuesta a la imploración de la humanidad, parece ser la nada.
Pudimos acceder a un digno Requiem por dos de nuestros organismos municipales, donde es dable lamentar la omisión del nombre de los coreutas en programas y afiches, en una obra esencialmente hecha por y para ellos. Son sus cuerdas las dueñas de aquello que es esencialmente de Mozart, y es el trabajo de su Asociación de apoyo lo que permite su actividad y no pueden, a riesgo de sufrir un destino mozartiano, ser un conjunto anónimo en un acontecimiento musical.
Nunca sabremos cómo habría sido en realidad esta obra de haber podido ser concluida por Mozart, ya que va más allá de un credo y de los presagios con que fue concebida, no obstante, ha dejado su mensaje enigmático en nosotros para siempre


Eduardo Balestena

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