sábado, 26 de septiembre de 2009


Búsquedas y hallazgos en una cautivante experiencia musical.
El programa abordado por la Orquesta Sinfónica Municipal el 8 de noviembre, dirigida esta vez por el Maestro Paraguayo Diego Sánchez Hasse, con la actuación como solista de Juan Pablo Navarro ha respondido al ideal de abrirnos a una experiencia nueva y a la vez permitirnos la audición de obras de la tradición musical
En la primera parte se interpretó la Obertura Trágica de Brahms, una obra donde se encuentran presentes la particular sonoridad brahmsiana y muchos de los elementos del sinfonismo del compositor alemán.
La siguiente obra fue: “Variaciones sinfónicas sobre un tema paraguayo”, del Maestro Sánchez Hasse. Se trata, como lo explicó el Maestro, de siete variaciones sobre el tema de “El pájaro Campana”, de Félix Pérez Cardozo, con la particularidad de que éste no es expuesto al principio sino al final. Estas bellísimas variaciones –que en el timbre orquestal evocan el arpa- abren una serie de aspectos que pudimos en parte conversar con el Maestro Sánchez Hasse, cuyo rigor y exigencia en el trabajo orquestal son tan enormes como su sencillez y amabilidad. La obra varía el tema original en la orquesta y es a la vez un trabajo rítmico que recuerda –por el fino tratamiento en la disonancia- pasajes de la Consagración de la Primavera. El tema original es expuesto en la intervención final del píccolo que simboliza el vuelo del pájaro campana en pos de la libertad.
También el “Concierto para contrabajo y orquesta” de Fermina Casanova abre un abanico de cuestiones: la más evidente es la de las posibilidades solistas de un instrumento al que se reserva un papel muy distinto en la orquesta. La exploración de la obra descubre la musicalidad y el timbre peculiar de una cuerda capaz de entregar sonoridades profundas y melancólicas, en la textura de un timbre donde la prolongación del sonido sustituye al brillo. Es inevitable pensar en las violas da gamba en la música del siglo XVII y en la frase de Marin Marais, compositor de la época: “una nota no termina sino que va muriendo” para señalar que especialmente el tercer movimiento “meditación”, constituye un ejemplo de ello. En este sentido, el instrumento, esta tratado como un violoncello. En el segundo movimiento se utilizan en cambio sus posibilidades percusivas en pasajes con legno, golpeando el arco contra las cuerdas, en un recurso ya utilizado por Rossini en la Obertura de Il Signor Brusquino y por Berlioz en el último movimiento de la Sinfonía Fantástica. El “con legno” es retomado por el resto de las cuerdas. Hay momentos –especialmente en el cuarto movimiento- en que la voz lírica del instrumento solista, establece dúos y tríos con otros instrumentos. Se advirtieron las dificultades de la obra, más que nada por sus exigencias rítmicas, ya que en determinados pasajes los ritmos del contrabajo y de la cuerda orquestal no son los mismos, y estas diferencias métricas deben empalmar sin fisuras
En la conversación con Fermina Casanova –una persona absolutamente llana y cordial- de quien se han ejecutado en Mar del Plata varias obras, entre ellas el concierto para Cello y orquesta, se repasaron además, problemas concretos, como la necesidad de amplificación “hacia adentro” del instrumento solista para que pueda ser oído por la orquesta, así como otras posibilidades expresivas, que radican en los pizzicatos en lo cual es indicativo a la vez del talento de Juan Pablo Navarro como músico que transita a la vez las formas populares. Esto último se hizo evidente en un bis en el cual, junto a un clarinete en si bemol, interpretó un arreglo del tango “Por una cabeza”.
Para concluir, se abordó una brillante interpretación de la sinfonía nro 8, opus 93 en fa mayor, de Beethoven, la cual marca, junto con la séptima, un punto de inflexión ya que constituyen hitos del tránsito hacia la última etapa de la producción beethoveniana. La séptima y la octava, compuestas casi coetáneamente en el varano de 1812, constituyen obras de aislamiento y abstracción, previos al mensaje universal de la Novena. Se trata de una vuelta evocativa a la tradición sinfónica clásica, más allá de sus experiencias formales anteriores con los elementos rítmicos y en la dialéctica de oposición que puede sintetizarse en frases como el triunfo sobre el dolor, el heroísmo ante la adversidad, típicas en general de sus sinfonías impares. En este caso la textura es diferente y ese espíritu fue lo que presidió esta memorable interpretación en una Sinfonía con no pocas exigencias.
Hemos vivido una experiencia musical sólo posible por la concurrencia de determinados talentos: una orquesta apta para interpretar distintas estéticas, un solista notable y compositores. A diferencia de las de repertorio, las nuevas obras, deben ser trabajadas desde cero, sin embargo la excelencia en los resultados habla a las claras del valor y el vigor de esos talentos.
Eduardo Balestena

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