domingo, 15 de mayo de 2011

"El ambiente de las brumas escocesas"







El maestro Gustavo Guersman, como director invitado, dirigió a la Orquesta Sinfónica Municipal en su concierto del 14 de mayo en el Teatro Colón, en el que actuó como solista en viola Baldomero Sanchez.
El programa abrió con la Obertura Coriolano, de Beethoven en una versión que destaco tanto por la claridad como por la energía.
La viola como instrumento solista, por su registro, está despojada de los efectismos que suelen caracterizar a muchas obras para violín. Entrega un sonido dulce y algo apagado en el cual el encanto sonoro surge del refinamiento en la propia intensidad y calidez que obtenga el intérprete, como se apreció en las obras elegidas, la bella Romanze op. 85 de Max Bruch y el Concierto para viola y orquesta de Georg Phillip Telemann. Baldomero Sánchez ha actuado en varias oportunidades como solista (en Haroldo en Italia, de Berlioz, entre otras obras) y ha llevado una larga experiencia en música de cámara. Son obras con exigencias de distinta índole, desde la musicalidad de la romanza, con un material temático que pasa del instrumento solista a la orquesta, a pasajes técnicamente arduos como el presto en el concierto de Telemann, obra que requiere sonoridades en sí muy diferentes, desde la expresividad del largo al arioso del allegro. Obtuvo, en la estética de una interpretación con criterios modernos del barroco, una expresividad honda en todas las tesituras requeridas.
Sinfonía nro. 3 en la menor, escocesa, opus 56 de Mendelssohn
Sorprendió el modo de abordar esta sinfonía en muchos aspectos. Por empezar, se vuelven claras las razones de su larga gestación, evidenciada en una enorme riqueza temática y formal que se hace evidente cuando la interpretación se focaliza en la dinámica, en el tempo y el refinamiento sonoro (que son las características musicales de la obra). Gustavo Guersman optó por un tempo vivo pero sorprendió porque en ese tempo, en que los solos (como el de clarinete que abre el Vivace non troppo) se hacen aun más exigidos, así como la compleja trama en que intervienen siempre las cuerdas, obtuvo también una mayor claridad y una gran fluidez que sólo viene de un prolijo trabajo con la afinación. El tempo, como dice Jordi Mora, no es sólo velocidad, es la continuidad y la profundidad de un fraseo y los matices y articulaciones que hay en él.
Vista así, la escocesa es una obra que trabaja permanentemente sobre los planos sonoros, esas intensidades y matices, esos motivos que resuelven en algo más lento, o más rápido, pero que siempre enuncian un motivo sorprendente, ya sea en lo temático o en el timbre puro de un instrumento, y que encierra exigencias tan distintas como las de los movimientos rápidos (casi todos menos el adagio) que requieren intervenciones expuestas y precisas, a las ese Adagio que es de una poética profundidad.
Como en la obertura Coriolano, Gustavo Guersman, que es además un director de larga trayectoria es un reconocido violinista, brindó un sonido intenso, tajante y muy claro, tal como lo fue en sus indicaciones a la orquesta, en cada solo, factor importante por ejemplo en esas bellísimas polifonías de las maderas que encontramos tanto en la forma sonata del primer movimiento, como en final del adagio.
Destacaron Mario Romano (clarinete), Gerardo Gautín (fagot) Federico Gidoni (flauta) Mariano Canón (oboe), José Garrefa (trompa) y Gennadyi Beyfeld (trompeta).



Eduardo Balestena
http://www.d944musicasinfonica.blogspot.com/




















Sinfonía nro. 3, op 56 de Felix Mendelssohn, Orq. UNAM, dirig. por Sergio Cardenas








No hay comentarios:

Publicar un comentario