lunes, 2 de agosto de 2010

Huapango, de José Pablo Moncayo


José Pablo Moncayo (1912-1958) , compositor jaliscense, alumno de Aron Copland, escribió en 1941 su famoso huapango, que fusiona varios temas del género. Como forma tradicional, el huapango es influido por el ritmo del flamenco y su compás ternario (3/4) alterna con cambios permenentes en la métrica (6/8) y las consiguientes diferencias en la acentuación.

Llevado a la gran formación sinfónica es posible apreciar, así como antes la fusión entre el ritmo local y el hispano, la amplia paleta orquestal que distribuye colores, timbres y acentos y que de algún modo reformula el papel de la percusión en un lenguaje que si bien evoca fuertemente la raíz local tiene un valor esencialmente musical por sí mismo.

Una de sus particularidades discursivas es la introducción del tema por los metales y subrayado por las maderas y las intervenciones de la cuerda en el tiempo descendente que corresponde a la rítmica marcada por los metales. Un rasgo que también apreciamos en el Danzón nro. 2 de Marquez. Las cuerdas, en general, aparecen en las secciones de respuesta.
Es dable destacar las diferencias de afinación de los instrumentos de metal tras intervenciones prolongadas, que requieren atender a ese factor; y a la intervención por postas en las trompas, variables que aparecen tratadas, tanto en la composición como en la interpretación, de una manera en que tales aspectos técnicos pasan inadvertidos ante el resultado de una fusión absoluta de esos timbres y el brillo en el armado final.
La obra toma dos grandes temas que desarrolla luego en la orquesta. Comienza con una introducción: un acorde extendido en timbales, percusión, cuerdas en pizzicato, metales y maderas cuya reiteración produce ya un sentido de movimiento. La trompeta con sordina enuncia el primer tema y su respuesta. Pronto es seguido por las cuerdas en un crescendo que es a la vez una variación sobre el tema inicial, tomado en su célula pura y que obra como generador de varios motivos desplegados en la orquesta (arpa, flautas, cuerdas).
Con el primer ralentando, el oboe introduce el segundo tema, despojado de todo efecto armónico, y este tema es rápidamente desarrollado por toda la orquesta. Es plasmada, en esta idea, una de las particularidades de la orquestación: el desarrollo en la totalidad de la orquesta, la segmentación en motivos derivados y los diálogos entre dos instrumentos: los motivos se dividen pero se mantiene la unidad y a la vez se produce un efecto de gran diversidad tímbrica, en timbres muy limpios y definidos. Todo ello es presenado en secciones de preguntas y respuestas, o de diálogos (trompa y flauta, por ejemplo).Cuando ya el desarrollo ha llegado a un clímax, la orquesta se mantiene en intervenciones que toman el elemento rítmico, sin desarrollarlo. Ello sucede hasta el segundo ralentando, planteado por los timbales y el resto de la percusión. La trompa enuncia suavemente una variación del segundo tema y las maderas lo enriquecen. Arpa y fagot dialogan, como luego lo harán, en el desarrollo, trombón y trompeta, después de la reexposición del segundo tema por el trombón solista: la trompeta le responde y el tema se expande hacia la orquesta. Las cuerdas introducen entonces el primer tema inicial de la trompeta con sordina.
Es de tener en cuenta que si escuchamos una orquesta grande desde el interior, la percepción de los sonidos de los grupos de instrumentos es muy diferente de lo que oímos en la platea: es más lejana, segmentada y difusa. Ello es indicativo de la importancia de una dirección clara, máxime en obras con superposición de motivos distintos, polirritmias y métricas diferentes superpuestas.
El huapango nos dice todo lo que la música académica puede aportar a los ritmos nativos y a la vez, todo lo que los ritmos nativos pueden aportar a la música académica.
¿Nacionalismo musical, impresionismo, romanticismo tardío?¿Dónde encasillarlo? La respuesta es más compleja y más sencilla: es solamente música, trabajada desde todas sus posibilidades: colorísticas, armónicas, rítmicas, y de orquestación.
Eduardo Balestena
Huapango, de Moncayo, Orquesta Sinfónica Juvenil de Venezuela, dirigida por Gustavo Dudamel

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