domingo, 31 de mayo de 2015

Ciclo de las nueve sinfonías de Beethoven, sinfonías 1 y 3



.Orquesta Sinfónica Municipal de Mar del Plata
.Dirigida por Guillermo Becerra
.Teatro Municipal Colón, 30 de mayo

Iniciado con la sinfonía nro. 6, opus 68, Pastoral, el segundo de los conciertos dedicados al anunciado ciclo de las 9 obras del género compuestas por Ludwig van Beethoven fue dirigido por el maestro Guillermo Becerra al frente de la Orquesta Sinfónica Municipal, en el Teatro Colón de Mar del Plata el 30 de mayo.
Sinfonía nro. 1 en do mayor, opus 21
Tal como lo manifestó el maestro al comienzo del concierto, concebida bajo el poderoso influjo de las sinfonías de Mozart (tal como asimismo sucede con las primeras de Schubert) muestra sin embargo definidos rasgos beethovenianos: la energía, el impulso, ciertos acordes de las trompas y las maderas y el predominio de acentos e inflexiones por sobre la pura melodía, en un marco absolutamente clásico, lo que le da una identidad propia: fuerza, encanto sonoro, un sonido puro y destacado.
Con un tempo rápido, con claridad en las articulaciones, el sonido áspero de los violines, en partes como el comienzo del segundo movimiento, andante cantábile perjudico el resultado final y el balance con el resto de la cuerda. No obstante el resultado general fue el de una versión armada, sin altibajos en una obra que presenta dificultades como la claridad del timbre, o el tejido sonoro de la cuerda en partes como el segundo movimiento.
Sinfonía nro. 3, en mi bemol mayor, opus 55, Heroica
Verdadero punto de inflexión en la historia de la música, la obra presenta varios órdenes de innovación: el primero es una libertad que supedita las formas al hallazgo y exploración de nuevos recursos que también constituyen un nuevo mundo sonoro: el primer movimiento, hasta la recapitulación, es un despliegue inédito y una ruptura (tocar fuerte, sforzando, es decir, danto intensidad a cada nota, son algunas de las demandas); el concebir un segundo movimiento como una Marcha fúnebre- Adagio assai, con un cambio en la acumulación tensional del primer movimiento Allegro con brio, es una de las muestras de esa libertad. Otra lo es la concepción del tercer movimiento como un Scherzo Allegro Vivace, en lugar de un Menuetto, asimismo con el desarrollo de una triada armónica en las trompas, que hasta entonces intervenían en diadas.
Hay que agregar a ellos las dimensiones y la dificultad intrínseca de la interpretación. Beethoven explota de un modo diferente a la orquesta: se advierte en la trama de cuerdas que intervienen casi siempre divididas, en la polifonía que se construye con las maderas, en un paisaje sonoro imperativo, en la rapidez, la exactitud y la energía y en el papel que confiere a secciones como los metales y la percusión.
Ya el famoso breve y tajante acorde inicial en los violines, antes de la aparición del sencillo primer tema en los cellos, le da esa impronta.
Desde el punto de vista dinámico fue una versión lograda, sin desajustes, en un tempo vivo, con sus mayores demandas de precisión y sin vacilaciones. No siempre es así cuando el tempo lento atenúa ese efecto de fuerza de la obra.
En sonido de una cuerda siempre exigida rindió lo mejor –en los  violines- en los pasajes rápidos antes que en lugares como el Adagio assai  donde el sonido áspero no beneficia el lirismo propio del movimiento. Algunos inconvenientes en las trompas, durante el scherzo, pasajes de una construcción musical sutil y efectiva, como todo en este opus, tampoco desmerecieron el balance total: la obra sonó imperativa, vibrante, en una claridad de articulaciones e intervenciones, y secciones muy efectivas, como las maderas –oboes, clarinetes, flautas mostraron sus cualidades- o la percusión. En el contexto de esta obra y riqueza rítmica, el timbal es algo más que un efecto que subraya: establece una suerte de relieve y de marco.
El Finale-Allegro molto es también un testimonio de libertad creadora: el tema con variaciones, del mismo modo que en las Rapsodia sobre un tema de Paganini de Rachmaninoff, es concebido con el enunciado –en pizzicato- de elementos del tema que sólo será presentado más tarde, y que es transformado mediante esa serie de variaciones sobre distintas alturas de la frase principal en todas las posibilidades del tema.
En su explicación antes de la obra el maestro Guillermo Becerra se refirió a la importancia que este opus tiene para él en el plano personal y en el profesional, en el cual la obra del genio de Bonn tiene singular gravitación. En 1986 la Sinfónica, dirigida por el maestro Becerra la primera integral de las sinfonías de Beethoven en Mar del Plata. No se trata de circunstancias casuales, hacen a su vínculo tanto con la obra del compositor como con la Orquesta Sinfónica Municipal.

Asimismo, la orquesta brindó su reconocimiento al violista José Cardozo Borges, uno de sus miembros más antiguos, que se retiró de una larga vida profesional en este concierto. 

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