lunes, 6 de diciembre de 2010

Clacisismo y nacionalismo romántico







En su presentación del 4 de diciembre en el Teatro Colón, la Orquesta Sinfónica Municipal fue dirigida por el maestro Emir Saúl, con la intervención solista de Gerardo Gautin en fagot.
El programa comenzó con la Obertura de Nabucco, de Verdi (1817-1901).
Prosiguió con el Concierto para Fagot. K 191 de Mozart (1756-1791) para el cual, como en la presentación que en su oportunidad ofreció el director Christian Baldi, fue adoptada la formación que coloca a los violines segundos a la derecha del director, a violas y cellos por delante, por detrás de ellos a la trompa, el oboe y el clarinete y a los contrabajos en el lugar donde habitualmente se encuentran los segundos violines. Esa acertada decisión así como un tempo más rápido al habitual y un tratamiento sonoro que apuntó más a la levedad que a la simple melodía singularizaron esta versión, ello al precio de dar a los pasajes del instrumento solista una dificultad extra, con un tempo más vivo.
Escrito en 1774 y único sobreviviente de una serie de tres conciertos que Mozart escribió para el barón Taddeo von Dürnitz, de Munich –existe otro considerado apócrifo- está muy lejos, en ese estilo gentil y elegante, de ahorrar dificultades. Ya el comienzo nos sitúa en esos climas de encanto mozartiano, con ese fondo de notas de la trompa solista que introduce, con el resto de la orquesta, un tema galante que luego toma el fagot y que enseguida desarrolla rápidos pasajes que lo llevan a una amplia gama de registros, en esa primera intervención y en las restantes, moviéndose en ese equilibrio de expresividad y rapidez, tan propio de una obra que a la vez que lleva la impronta de un estilo elegante va más allá de él al conferirle giros de mucha inspiración. En contraste, el Andante ma adagio, desarrolla una romanza en la que se exploran no la amplitud de registros sino la calidez del timbre. El bello y trabado Rondó final, evocativo de la tradición barroca explota las posibilidades tímbricas del instrumento.
Gerardo Gautin es solista de la Orquesta Sinfónica Municipal, se desempeñó en ese carácter en la Sinfónica de Salta, participó en los festivales de Llao Llao y Ushuaia, ha llevado a cabo estudios en Holanda y con el Maestro Jordi Mora. Tiene también una extensa intervención en conjuntos de cámara. Obtuvo un Mozart cuya musicalidad y fraseo permitió advertir la inspiración, aun en una obra por encargo, antes que los arduos requerimientos, evidentes ya en el propio hecho de dar una rol prolongado y demandante a un instrumento cuya interpretación –con un tubo de unos 2, 60 metros- requiere de por sí un gran esfuerzo. A diferencia de los de otras obras de instrumento solista, hay aquí un diálogo más íntimo con la orquesta.
Sinfonía nro. 1, de Vasilli Kalinnikov (1866-1901)
Escrita en 1895, esta bellísima y conocida obra –nunca antes interpretada en Mar del Plata- parece capaz de unir distintos elementos: la liviandad de la danza y la profundidad formal, ya que su uso de timbres y colores se encuentra en función de una melodía muy rica y honda. Recuerda al Tchaicovsky de la sinfonia nro. 1, Sueños de Invierno y de la 5ta, en un caso en el encanto sonoro, en la evocación del paisaje ruso, sus motivos, sus ecos y distancias, y en el otro por el carácter cíclico, ya que el finale toma el tema inicial del primer movimiento.
Desde el principio el material está allí, irrumpe y envuelve, sólo queda sentir como discurre en un uso brillante de la orquesta. También recuerda a Debussy, en momentos como el segundo movimiento, adagio commodamente, construido a partir de un motivo en el arpa que actúa como pedal, al cual van sumándose las cuerdas y los instrumentos solistas: oboe, clarinete, flauta, corno inglés. Desarrollan melodías que parecen salidas de ese motivo del arpa que crece hasta ser desarrollado en toda la orquesta para volver al elemento inicial.
Emir Saúl, director y compositor, nacido en La Plata, vive en Italia; ha dirigido numerosas orquestas, en el país, en Europa y Estados Unidos. Une a la claridad, evidente en obras como la obertura de Nabucco, con temas distintos en secciones muy definidas, el trabajo con el timbre que se advirtió en el concierto de Mozart, de una concepción camarística, y el refinamiento de la sinfonía de Kalinnikov. Se trata de una obra que fue abordada no desde el solo encanto melódico. Más allá de sus exigencias, por ejemplo en las cuerdas –también lo es la obertura-, requiere un trabajo en los crescendos, en la pintura sonora y en esos cambios rítmicos y de carácter, como en el del tercer y cuarto movimientos, con sus temas de danza, y en las intervenciones solistas. Debe escucharse como una síntesis de esos elementos y más que nada, ser gozada.
Destacaron los solistas Federico Gidoni (flauta), Mario Romano (clarinete), Mariano Canon (oboe), Andrea Porcel (corno inglés). José Garrefa (corno), Gennadiy Beyfeld (trompeta), la línea de metales y la percusión.





Vasily Kalinnikov, Sinfonía nro. 1, Arturo Toscanini y orq. NBC




Eduardo Balestena
http://www.d944musicasinfonica.blogspot.com/

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