jueves, 19 de noviembre de 2009


En el aniversario del nacimiento de Mozart
El maestro Leonardo Rubín dirigió a la Orquesta Sinfónica Municipal en su concierto del 27 de enero, aniversario del nacimiento de Mozart, en un concierto homenaje, en nuestro Teatro Colón.

Obertura de Russlan y Ludmila, de Glinka: el programa se inició con esta vibrante obertura de Mikhail Glinka (1804-1857) que abrió el rumbo de la música nacional rusa. Es de dificultad en las cuerdas, con sus rápidos y brillantes pasajes.

Concierto para piano K 488 en la Mayor: La pianista Lucy Fava abordo esta obra de una gran musicalidad, que exige, en el primer movimiento, ese toque destacado y seguro de la escritura mozartiana. Obtuvo, en el largo, un sonido dulce y sentido en un abordaje muy íntimo del concierto. El allegro se presenta con pasajes en los cuales, bajo la melodía, se advierte el grado de dificultad. Fue un Mozart muy a tono, precisamente en el aniversario de su natalicio
Suites nros 1 y 2 de La Arlesiana, de Bizet
Las invitaciones del maestro Rubin nos han deparado trabajos, como Haroldo en Italia, o las Suites de la Arlesiana, no siempre frecuentes en el repertorio sinfónico ni discográfico, no obstante ser en sí mismos de gran belleza e interés musical.
El que entrañan estas suites, con sus números tomados de la música de escena en cinco actos (opus 23, de 1872, de la cual hay un imperdible registro de la Orquesta del Capitolio de Tolouse y el Orféon Donostiarra)) para la obra de Alphonse Daudet, es múltiple. Lleva los temas al realismo, distanciándose así del culto romántico al pasado, obtiene un colorido orquestal sensible y refinado, utiliza melodías provenzales, enviadas por el propio Daudet a Bizet y es capaz de significar musicalmente, el desdichado amor que narra. Es difícil encontrar referencias a la pieza de Daudet, más allá del libreto de la ópera homónima de Cilea, sobre la misma historia. Pero la música de Bizet es inolvidable.
La muchacha de Arles nunca aparece en la obra, que narra los avatares de Federico, prendado de ella, que tiene como amante a Metifio, otro personaje. La historia termina con la muerte de Federico, que se arroja desde el techo del granero.
La segunda suite fue arreglada por Guiraud, que incluyó el minuetto de La bella muchacha de Perth, obra anterior, luego de la muerte de Bizet. El Agnus dei (que supo cantar Bienamino Gigli), es el material que reelaborado se presenta cono Melodrama en la obra e intermezzo en la suite nro.2. En el original, es presentado también al cierre del acto 4, en un muy hermoso y estremecedor pasaje de clarinete y un lentísimo en las cuerdas. La elaboración del material tiene también diferencias respecto a las suites, además de los pasajes cantados.
Realismo, intimismo
Al ver interpretar las suites se entiende el color preciso que el maestro Rubin y la orquesta lograron imprimirle, y la alternancia entre una concepción que articula entre lo sinfónico y lo camarístico, en bellos diálogos. Ejemplo claro es la intervención de las maderas a poco se iniciada la obertura. Hay particularidades constructivas muy bellas, como el Carillon (de la primera suite y del acto IV de la música de escena), atravesado por el tema de los cornos que, tras la intervención de las cuerdas, vuelve progresivamente hasta imponerse de nuevo.
Juan Carlos D´orso, como solista en saxo, ocupó en el Intermezzo, el lugar de la voz del Agnus Dei original y acompañó el extenso solo de flauta –más breve en la música de escena- en el menuet, pasaje para el cual graduó el volumen de un modo que el diálogo fue absolutamente claro. El solo de flauta (del melodrama del final del acto IV en la música original) recuerda la melodía de último entreacto de Carmen y fue abordado por Federico Gidoni, con la sonoridad interior, detallista y precisa que le es habitual y que ha llevado desde Bach a la Music Hall. La experiencia camarística, tanto del solista en corno (José Garreffa) como de los intérpretes de las maderas (Mario Romano, Paula Zavadivker, Gerardo Gautin) ha aportado mucho al resultado final.
Otra particularidad es la escritura de la Farandole, que alterna en dos voces, sobre el final, el primero y el segundo tema, en una relación contrapuntística que lleva a la obra a concluir con el tema inicial. El pasaje es muy rápido, lo que supone un apreciable grado de dificultad.
Destacaron las intervenciones de Federico Gidoni, Laura Rus (flauta y picollo), Paula Zavadivker, Guillermo Devoto (oboes), Andra Porcel (corno inglés), Mario Romano y Ovidio Romairone (clarinetes), Gerardo Gautin y Elizabth Gautin (fagotes), José Garrafa, Jorge Gramajo, Carlos Bortolotto y Adrián Toyos (cornos), la línea de metales y la percusión.
El maestro Rubin ha sabido traer obras complejas, originales y no demasiado difundidas, rescatando en su trabajo un contexto musical e histórico, en una tarea clara y seria, con una orquesta que supo estar a la altura de estos requerimientos


Eduardo Balestena

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