lunes, 6 de junio de 2022

Situación de la Orquesta Sinfónica Municipal



   

 La Orquesta Sinfónica Municipal de Mar del Plata es uno de los organismos musicales más antiguos del interior del país. Fue formada inicialmente por los profesores de la Asociación Gremial de Músicos y brindó su primer concierto en el Teatro Odeón el 22 de noviembre de 1945.


Mucho tiempo ha transcurrido desde entonces.


Tuvo su momento de esplendor bajo la dirección del maestro Washington Castro, cuando llegó a contar con unos 90 músicos y era posible abordar cualquier repertorio. Luego de eso comenzó a sufrir un largo y sostenido declive que la lleva hoy a no poder presentarse por carecer del  orgánico mínimo indispensable para abordar el repertorio sinfónico.


Sin embargo, no son sólo esos los problemas que debe padecer, que son referidos a la gestión de los Organismos Artísticos y edilicios.


Un orgánico insuficiente


El problema central radica en la falta de cobertura de las plazas que se producen por las vacantes vegetativas: no son cubiertos los cargos del personal que se retira por acogerse a los beneficios de la jubilación.


En lugar de programarlos antes de producirse la baja directamente no son llevados a cabo y las carencias son cada vez mayores, ya el problema se acentúa a medida que transcurre el tiempo por presentarse más vacantes.


Hubo dos etapas de concursos: bajo la gestión de la maestra Susana Frangi, con Mauricio Espil en un cargo de gestión de Organismos Artísticos y en la gestión del intendente Arroyo, con una sustancial demora en la producción de los nombramientos. Al año siguiente hubo numerosas vacantes por jubilación, con lo cual el avance fue relativo.


Pongamos como ejemplo que durante el período en que el maestro Carlos Vieu era director titular   el orgánico de la orquesta era de 49 miembros, con lo cual debían hacerse contrataciones para completar el resto de la dotación según el repertorio a abordar.


Hoy, los cargos faltantes de la orquesta son al menos 16: violín concertino, primer violín de fila, primer violín de fila, segundo violín de fila, viola de fila, contrabajo solista, contrabajo de fila, cello solista, cello de fila, flauta solista, oboe suplente solista, clarinete suplente solista, tercera trompeta, segundo corno, timbal solista, timbal suplente solista.


A ello debemos agregar que en 5 años se jubilarán otros 10 músicos.


Hagamos una simple operación aritmética y dos preguntas: restemos 16 a 49 y a la cifra resultante restémosle 10 más a largo plazo.  ¿Qué obra sinfónica se puede abordar con una formación tan reducida?   Luego viene la pregunta central: ¿Qué se hizo de esos cargos que eran de la dotación de la orquesta?


En este escenario, la inferencia que cobra fuerza es que, directa o indirectamente, se pretende, o al menos se acepta, la disolución de una orquesta que tanto costó formar y que tanto nos ha dado a lo largo de sus setenta y siete años de vida.


Con respecto a los cargos faltantes, fue firmada un acta acuerdo en la que la Secretaría de Cultura se comprometió a llamar a concurso a 3 cargos en marzo (lo cual no se cumplió), 3 en julio y 3 en septiembre y 8 el año próximo.


Aun si el cronograma de cumpliera resulta insuficiente para subsanar el faltante y llevar a la orquesta a una dotación adecuada ya que los cargos son muchos más. Nuevamente se impone la pregunta: ¿Por qué no pueden suplirse con contrataciones directas (como sucedió en la Sinfónica Nacional), previo concurso, si eran cargos que la orquesta ya tenía desde antes?  


Una gestión limitada


Otro de los problemas es que el organismo, cuya directora, la maestra María Laura Muñiz, no vive en Mar del Plata, carece actualmente de injerencia en el nombramiento de los directores, que son contratados por 3 meses.


Asimismo, no ha sido cubierto por concurso el cargo de encargado de Organismos Artísticos y, como otros, las funciones inherentes a tal cargo son parcialmente llevadas a cabo por una persona con uso de firma pero sin poder de decisión.


Los problemas edilicios


La orquesta desarrolla (o desarrollaba) su actividad en el Teatro Colón, cuyas condiciones edilicias no cubren niveles mínimos para cumplir con la tarea: no hay calefacción y –al menos hasta un tiempo atrás- las condiciones de la instalación eléctrica implicaban una situación de riesgo de una magnitud que significaría que –muy probablemente- una ART no aprobaría tales condiciones.


Un patrimonio en peligro


Si nos remontamos no muy atrás en el tiempo, la orquesta venía desarrollando, con todas estas limitaciones, una actividad sostenida con solistas invitados o del medio local (la presencia de Antonio Formaro, uno de los más distinguidos pianistas argentinos es un ejemplo). Con Mardel sinfónico se abrió un espacio de master clases por parte de solistas como Eduardo Vasallo –que interpretó el concierto de Elgar- o Rolando Prusak.


Es esta actividad inmediata y aquella que fue llevada a cabo a lo largo de la historia de la orquesta lo que se encuentra en peligro porque en la línea del tiempo constituye en sí un patrimonio cultural marplatense de naturaleza intangible que debería ser preservado.


Sería muy larga la lista de obras y solistas, nacionales internacionales y locales (como Adrián Cesario que abordó Homenaje a la Seguidilla, de Moreno Torroba), pero baste señalar que con dos conciertos mensuales la actividad era sostenida.


Refieren miembros de la Asociación de Críticos Musicales de la Argentina haber venido infinidad de veces, exclusivamente para escuchar a la sinfónica de Mar del Plata, cuando actuaban artistas como Christine Walevska, Alberto Lysy, Bruno Gelber o el barítono francés Jean Philippe Lafont que en ese entonces comenzaba su carrera, cuando los conciertos de verano se singularizaban por los programas que se ofrecían. Recordemos que el maestro Mario Perusso dirigió en Concierto para Bandoneón , de Piazzolla, con el autor como solista


No se ha sabido aprovechar a directores como Juan Martín Miceli o  Javier Mas, que hoy lleva a cabo una destacada actividad en Italia.   


Son muchos los músicos talentosos que conforman nuestra orquesta y que, en su plenitud profesional, deben sufrir por todas estas circunstancias.


Hay un nivel musical muy elevado en la ciudad y muchos jóvenes que podrían estar cubriendo los cargos vacantes y nutriéndose de la experiencia de los demás. Esta situación no solo significa un padecimiento para quienes están sino una imposibilidad de acceso a quienes podrían estar y la pregunta es ¿qué política cultural puede desear esto?


Se renuevan las “gestiones” y los problemas subsisten ¿a qué se debe? Los hechos parecerían indicar que se debe a que quienes ocupan esos cargos lo hacen con un propósito personal y no con el de trabajar por la cultura.


Los hechos son los que conforman un significado en sí mismo y estos hechos indican que más que solucionar lo que sucede es que estamos, de manera alarmante, frente a un organismo en vías de extinción. 


En una oportunidad al finalizar un concierto el maestro Mario Perusso (que había actuado como director invitado)  destacó el desempeño de la orquesta; al finalizar la presentación, se dio vuelta en el podio y dijo al público: “Ésta es su orquesta, cuídenla”


Es lamentable que las autoridades de cultura, las verdaderas destinatarias de la expresión de deseos del maestro Perusso, no lo hayan escuchado. 


Eduardo Balestena


Asociación de Críticos Musicales de la Argentina

viernes, 3 de junio de 2022

 

Concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional con Lucía Zicos y Daniela Tabernig

 

                                            Foto: Georgina García

.Orquesta Sinfónica Nacional

.Directora: Lucía Zicos

.Solista: Daniela Tabernig, soprano

.Sala La ballena Azul, Centro Cultural Kirchner, 27 de mayo, hora 20.

 

    La maestra Lucía Zicos, de amplia y reconocida trayectoria, abordó un exigente programa con la Orquesta Sinfónica Nacional, en la primera oportunidad en que dirige ese organismo.

    El Poema de los mares del sud, de Alberto Williams (1862-1952) abrió el  programa. Se trata de un poema sinfónico desarrollado en cuatro partes, que demanda un nutrido orgánico orquestal. Comienza con un acorde en los fagotes y luego un extenso pedal en los contrabajos ofrece la base para un amplio desarrollo de las cuerdas, que casi siempre –en su representación sonora del mar- se dividen en secciones (violines primeros y segundos abordan un elemento diferente al de violas y cellos, por ejemplo), en lo que constituye una textura –en estas intervenciones muchas veces cruzadas- nutrida y demandante. Son reconocibles aquellos pasajes suaves de la cuerda en motivos diatónicos lentos (que dan la impresión de estar escritos en una escala diferente) muchas veces presentes en la música argentina.

    Sin ser de una factura impresionista la obra –más cercana a los poemas sinfónicos de César Franck que al impresionismo- presenta una imagen siempre cambiante y enigmática del mar.

    En suma, se trata de una obra con elementos distintos en su seno, en una textura muy elaborada, que requieren una marcación precisa.

    Afortunadamente fue posible acceder a uno de los trabajos del amplio catálogo del maestro Williams, lo cual nos permite redescubrirlo en un opus para nada frecuentado.

    Los Cuatro últimos lieder (Vier Letze Lieder, 1948), de Richard Strauss (1864-1949) tienen un lugar especial y acaso único en la música: para entrar al mundo que contienen debemos pensar en un Richard Strauss varado en Suiza, con escasos recursos, sin poder actuar, ignorado por el público que lo aclamó, destruido el mundo en que había vivido, y cuya única posibilidad de creación era el escribir canciones. ¿Qué nos dicen esas canciones?: nos ofrecen, con un sentido confesional, una sensación de tristeza, melancolía y al mismo tiempo de enorme paz, la de alguien que al final de su vida encuentra un sentido capaz de sobrellevar la adversidad.

    ¿Cómo lo transmite?: por medio de poemas (los que corresponden a los tres primeros lieder son de Hermann Hesse), el último de ellos, el de Joseph von Eichendorff es absolutamente desgarrador (“Con penas y alegrías/ hemos caminado juntos/ descansemos ahora de nuestros viajes/ en el tranquilo valle”) abordados por una voz capaz de transmitir  vehemencia, paz y un interrogante; todo casi al mismo tiempo, y una orquesta que no sólo se imbrica en el discurso lírico –el solo de violín por ejemplo en “Adormeciéndose”, el segundo de los lied o el de corno en “Septiembre”, el segundo-,  sino que marca un fluir y al mismo tiempo colores y amalgamas de sonidos que representan el estado subjetivo que el autor logra plasmar por medio de estos recursos. Uno de ellos es el mismo que utiliza en “Muerte y transfiguración” (la modulación ascendente luego de la presencia –en el poema- o la mención -en el lied-, de la muerte ¿Será ésta quizás la muerte? Última frase de la cantante, sucedida por un motivo abierto y una sucesión de acordes en la orquesta que –sin resolverse en un elemento definitivo- discurren hacia un final en el que la música simplemente se extingue.

    Va de suyo que la demanda interpretativa es central: no es con una actitud exterior ni con simple técnica como se pueden transmitir estas profundas sensaciones. En este orden, adquiere centralidad la articulación –el sentido de continuidad- la dinámica en la voz, con sus permanentes cambios de intensidades, y el tempo que permita esa continuidad del discurso musical.

    En el canto se traduce en permanentes cambios de potencia y de alturas en el registro, que requiere descender de pronto a la zona de los graves –lentos y profundos- con un espesor distinto al sintagma anterior, en un registro medio o agudo, pero que requiere una cerrada continuidad con él.

    De este modo, parece un discurso en el cual el intérprete es quien decide intensidades y articulaciones que demandan ser abordadas a partir de lo motívico ya que no parece posible enunciar tantos matices en la partitura.

    La diferencia de entre la versión de Daniela Tabernig (que sólo 72 horas antes había abordado el papel de Tosca) con otras es precisamente ésta: canta los cuatro lieder partir de una disposición interior respecto a las obras, disposición a la cual su enorme técnica sirve acabadamente. Su caudal, potente, sutil y de grandes matices y posibilidades se expresa desde una actitud interior respecto a la obra, dueña como es, de un gran dominio de la escena que testimonia su sobriedad además de la pureza y potencia de su canto.

    Konzertmusik, (opus 50) de Paul Hindemith (1895-1963) Pola Suárez Urtubey señalaba (Historia de la música, Cap. 67 “Hindemith, el artesano por antonomasia”, Edit. Claridad., pág. 329, 2004) el doble carácter de música iconoclasta, de rechazo y reacción a lo subjetivo y al mismo tiempo nutrida de la herencia musical alemana, particularmente de Bach. Se produce así, en este cruce, una torsión entre las estructuras del barroco tardío y la disonancia y renuncia a la melodía propia de una vanguardia.

    De este modo, bronces y cuerdas coexisten como si fueran dos ensambles paralelos que se cruza en un espacio: todo es exactitud, intervención puntual y no hay una melodía que sirva de orientación en una obra de rigor matemático.

    Es así, un opus virtuoso: la fuga final, por ejemplo, que parece ser a cuatro voces ya que al hacerse extensiva desde la cuerda a los bronces estos incorporan un elemento diferente en un extenso desarrollo es uno de los elementos que testimonian ese virtuosismo.

    Lucía Zicos, doctorada en música por la Universidad Católica Argentina; realizó estudios en los conservatorios de Lucerna, Suiza; Academia Musical de Praga; Alemania y Francia; fue seleccionada por Benjamin Zander para participar en sus masterclases de la Royal Academy of Music y lleva a cabo una amplia actividad musical. En la oportunidad abordó obras ausentes del repertorio habitual, de gran requerimiento técnico y valor musical. Un doble mérito: rescatarlas y poder interpretarlas como lo hizo ante uno de los organismos más importantes del país.

    En medio de tiempos inciertos y difíciles la música siempre está allí, dándonos su mensaje y para que eso suceda es necesario que quienes se consagraron a ella puedan traducir ese mensaje y ofrecérnoslo.

    Una mención aparte merece la actitud de las personas de la Dirección Nacional de Organismos Estables y de la sección de prensa del CCK: su amabilidad, permanente predisposición, cortesía y entrega a su quehacer.

 

Eduardo Balestena

   

 

                                            Foto: Georgina García


                                            Foto: Georgina García