domingo, 28 de octubre de 2012

Transparencia sonora


La Orquesta Sinfónica Municipal, bajo la dirección del maestro Emir Saúl, se presentó en el Teatro Municipal Colón en su concierto del 27 de octubre, con la actuación solista de Arnaldo de Felice en oboe.
            Tras la obertura de La cenerentola, de Rossini, que abrió el programa, tuvimos la oportunidad de apreciar el sonido y la técnica de Arnaldo De Felice, compositor y oboísta italiano de una muy extensa actuación en Estados Unidos y Europa, tanto en su carácter de solista de la Orquesta Sinfónica Arturo Toscanini, de Parma, como  de solista en escenarios como el el Carneghie Hall; Goldener Saal, de Viena y muchos otros; siendo además jurado en concursos internacionales  en Sofía y en Rovereto. Lleva una extensa obra compositiva abordada en numerosas oportunidades por distintos intérpretes, tales como Machiko para flauta sola (Tokio, Bunka Kaikani y Osaka, Japón, Izumi Hall) entre muchos otros.
            El Concierto para Oboe y cuerdas de Bellini como el Concierto para Oboe y Orquesta (sobre un tema de La Favoritta, de Donizetti, de Antonio Pasculli que abordó muestran exigencias diferentes en orden a obras que demandan del instrumento aspectos también distintos. En el primer caso, la delicadeza de la frase y el color de un timbre con un sonido algo menos brillante y más dulce que el habitual del instrumento en la orquesta. En el segundo, un arranque con un sonido en un registro fuerte que rápidamente pasó a una gran suavidad en el volumen: dinámica, precisión, delicadeza en el timbre fueron características de los dos primeros movimientos. En el tercero, absolutamente virtuosísitico, el tema principal es presentado de manera nítida y despojada. Luego de esa primera exposición vuelve, una y otra vez, ornamentado, pero sin perder el carácter gracioso e ingenuo de esa primera vez: a la exigencia dinámica anterior se suma la precisión y una técnica en función de la espontaneidad y de la abigarrada trama de adornos que obligan, entre otras cosas, a ir del registro medio o agudo al grave, con una rapidez tan extrema que los sonidos parecen ser notas dobles en distintos registros: eso por citar el ejemplo más evidente de los recursos con que Arnaldo de Felice cuenta y que puede utilizar de una manera plástica pero absolutamente precisa. Otro es el de la respiración circular, compleja técnica que permite prolongar la emisión con una entrada de aire que no se interrumpe. También complejas con las cadenzas, particularmente de este concierto, que , aun en obras que más que por su hondura musical destacan por su virtuosismo, nos llevan a experimentar una insospechada gama de colores para el instrumento.
            Ravel
            En la segunda parte fueron interpretadas, de Maurice Ravel Le Tumbeau de Coperin y números de la Suite de Mi madre la Oca. Las pocas sesiones de ensayo que la orquesta tuvo hubiera podido ser un factor que conspirase contra la dificultad de estas obras, de las más significativas de Ravel, pero el resultado, ya en el ensayo general, estuvo muy lejos de mostrar dificultad alguna.  Aun con un número menos en Mi madre la Oca -4to. Cuadro Pulgarcito. Très modéré- y sin algunos interludios, hubo un muy buen resultado en el todo, en un lenguaje caracterizado por la precisión rítmica, el refinamiento del timbre, la claridad melódica y la gradación de matices.
El Tumbeau fue un género de la Francia del barroco para honrar a quien había desaparecido recientemente. Ravel se vuelve hacia la Francia de las danzas barrocas, en un postulado neoclásico: el homenaje a un mundo desaparecido pero desde un lenguaje armónico nuevo que destaca, en su transparencia, aquellas melodías. Con timbres puros  muy pulidos se conforman sonidos camarísticos que requieren una exactitud absoluta –por ejemplo en Forlane, allegreto: cuerdas en pizzicato, maderas: cada cosa se oye separadamente pero conforma un todo, suerte de mecanismo de relojería. También es así en el Menuet-allegro moderato . Cada episodio danzante evoca a un amigo desaparecido en la Primera Guerra Mundial. Es de gran dificultad el solo inicial del oboe, al cual acompañan los clarinetes.
Muy distinto es el mundo irreal y fantástico de Ma mére l ´oye, una suite sobre cuentos infantiles que en la versión que escuchamos comenzó  no en el Preludio sino en el segundo cuadro: Pavana de la Bella Durmiente del Bosque: El mundo de la infancia aparece como algo irreal, fantástico y añorado. Ravel no hace una música subjetiva, que permita exteriorizar sentimientos: expone un mundo mágico y lo plasma en su virtuosismo como orquestador. Por ejemplo, en Laideronnette, emperatriz de los pagodas, describe a los pagodas, de un cuento de Marie-Catherine de Aulnoy, seres diminutos cuyos cuerpos son de cristal, porcelana y piedras preciosas. Quizás el número más representativo del mundo de Ravel sea el final: El jardín de las hadas. Lent et grave: En lo que se presenta como un cambio de tonalidad en una cuerda de extrema delicadeza, la obra hace un cierre de ese mundo hecho tanto en la fantasía como en el detalle sonoro: no es cualquier sonido, es uno que, igualmente, debe ser preciso en esa precisa arquitectura, pero muy bello en sí mismo.
            No se trata de obras de grandes dimensiones en su duración ni, aunque requieran multiplicidad de instrumentos, como el vibráfono y la celesta, de efectos exuberantes o fáciles: es un universo delicado y difícil de plasmar. Tuvimos suerte de poder acceder a él.
            Destacaron Mariano Cañón (oboe); Andrea Porcel (corno inglés); Alexis Nicolet y Julieta Blanco (flautas); Sabrina Pugliese (fagot); Gustavo Asaro y Ernesto Nucíforo (clarinetes) y la línea de trompas.
  
           

Eduardo Balestena


domingo, 14 de octubre de 2012


Un ecléctico programa
            En su concierto del 13 de octubre en el Teatro Colón la Orquesta Sinfónica Municipal fue dirigida por el maestro Guillermo Becerra y contó con la actuación solista de Patricia Da Dalt, en flauta.
En la primera parte fue interpretada la Obertura de El empresario Teatral, de Mozart y el Millenium concerto, de Carlos Franzetti.
Tanto la obertura de Mozart como la Sinfonía de la segunda parte acusaron la ausencia de un trabajo profundo, particularmente en la cuerda, y de un ensayo general. Fue un Mozart abordado a un tempo lento y poco compacto que significó que lugares como la sección de respuesta en la cuerda al motivo inicial no sólo carecieran de brillo sino también de esa impronta a la vez delicada y enérgica las obras de Mozart. Es evidente el grado de dificultad de un opus que, en su brevedad, parece simple pero que está muy lejos de serlo: particularmente por las inflexiones en todos los pasajes de las cuerdas que requieren un sonido muy cuidado y un tempo ágil donde los pasajes tajantes no parezcan caer  como un peso muerto.
Patricia  Da Dalt es primera flauta en la Orquesta Sinfónica Nacional y docente en la Diplomatura Superior de Música Contemporánea en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla. No sólo ha desarrollado una extensa carrera solista sino que se ha intervenido en conjuntos de cámara –como el Trío Luminar- , realizando giras por Europa. También se ha presentado en festivales internacionales y llevado a cabo un largo trabajo en talleres con músicos como Gerardo Gandini, Marta Lambertini y muchos otros. Quizás a a esos aspectos de su carrera y formación debamos la elección de una obra rica e interesante como la que abordó.
El Milleniun concerto es un trabajo muy demandante, en su concepción rítmica, con sus elaborados ritmos de tango, sino también en la precisión que requiere del instrumento solista, cuya línea, muy expuesta en la rapidez de los pasajes, en las inflexiones del discurso y en la pureza de la emisión, va siempre como flotando sobre el fondo de una orquesta que parece tomar de ese discurso algunos elementos, pero que, básicamente discurre en otros distintos. Podríamos decir que este interesante trabajo de Carlos Franzetti, un conocido compositor y arreglador argentino que vive en Estados Unidos, recuerda al concierto de Ibert por la línea ágil, sutil, refinada, expresiva y tímbricamente destacada, pero es como si resolviera ese postulado inicial en los términos del tango, tanto en los movimientos  rápidos como en el  lento, trabajando sobre elementos de ese material que expone de distintas maneras. Lamentablemente, el programa de mano no detalla las partes de una obra tan atractiva y cuya gracia sólo puede ser perceptible desde un trabajo técnico que, pudiendo abordar sus múltiples dificultades, permita plasmar su espíritu. La fluta solista no parece estar destinada a obras de gran profundidad musical (en ese caso debemos preguntarnos en qué reside esta profundidad musical) pero sí al brillo y al planteo formal,  como en este caso.
La técnica y la expresividad de la solista fueron evidentes, con una orquesta que estuvo a su altura.
Sinfonía nro. 1, opus 21 de Beethoven
Si bien dentro de un esquema clásico –que cierra el siglo XVIII- esta obra temprana muestra, además de su riqueza formal y su concepción casi danzante, elementos novedosos, como su comienzo con una séptima dominante en fa mayor, siendo que está escrita en la tonalidad de do mayor; también el tercer movimiento con la forma de un scherzo, diferente al minuet. Otro pasaje de gran riqueza es el comienzo del andante cantabile, en los segundos violines y las sucesivas entradas de la cuerda por secciones.
            Las obras del período requieran un enfoque que privilegie el tempo rápido, acentuación, relieve y liviandad en el sonido antes que los criterios de interpretación de obras de etapas posteriores. Aunque no fuera éste el enfoque sí es posible señalar que tuvimos una versión que rindió lo mejor en el Minuetto y trío (rico, conciso y enérgico) y en el adagio Molto e vivace (tercero y cuarto movimientos) y que, aunque se trató de una ejecución precisa,  hubiera requerido una mayor plasticidad y un sentido más compacto del todo.
            Es de lamentar, una vez más, que se permita el acceso del público no sólo entre una obra y otra, sino en el curso de la interpretación de un movimiento y que haya publico siendo acomodado deambulando en los pasillos en el curso de la interpretación.
 




Eduardo Balestena