Un
ecléctico programa
En su concierto del 13 de octubre en
el Teatro Colón la
Orquesta Sinfónica Municipal fue dirigida por el maestro
Guillermo Becerra y contó con la actuación solista de Patricia Da Dalt, en
flauta.
En la primera parte fue interpretada la Obertura de El empresario Teatral, de Mozart y
el Millenium concerto, de Carlos
Franzetti.
Tanto la obertura de Mozart como la Sinfonía de la segunda
parte acusaron la ausencia de un trabajo profundo, particularmente en la
cuerda, y de un ensayo general. Fue un Mozart abordado a un tempo lento y poco
compacto que significó que lugares como la sección de respuesta en la cuerda al
motivo inicial no sólo carecieran de brillo sino también de esa impronta a la
vez delicada y enérgica las obras de Mozart. Es evidente el grado de dificultad
de un opus que, en su brevedad, parece simple pero que está muy lejos de serlo:
particularmente por las inflexiones en todos los pasajes de las cuerdas que
requieren un sonido muy cuidado y un tempo ágil donde los pasajes tajantes no
parezcan caer como un peso muerto.
Patricia Da
Dalt es primera flauta en la Orquesta
Sinfónica Nacional y docente en la Diplomatura Superior
de Música Contemporánea en el Conservatorio Superior de Música Manuel de Falla.
No sólo ha desarrollado una extensa carrera solista sino que se ha intervenido
en conjuntos de cámara –como el Trío Luminar- , realizando giras por Europa.
También se ha presentado en festivales internacionales y llevado a cabo un
largo trabajo en talleres con músicos como Gerardo Gandini, Marta Lambertini y
muchos otros. Quizás a a esos aspectos de su carrera y formación debamos la
elección de una obra rica e interesante como la que abordó.
El Milleniun
concerto es un trabajo muy demandante, en su concepción rítmica, con sus
elaborados ritmos de tango, sino también en la precisión que requiere del
instrumento solista, cuya línea, muy expuesta en la rapidez de los pasajes, en
las inflexiones del discurso y en la pureza de la emisión, va siempre como
flotando sobre el fondo de una orquesta que parece tomar de ese discurso
algunos elementos, pero que, básicamente discurre en otros distintos. Podríamos
decir que este interesante trabajo de Carlos Franzetti, un conocido compositor
y arreglador argentino que vive en Estados Unidos, recuerda al concierto de
Ibert por la línea ágil, sutil, refinada, expresiva y tímbricamente destacada,
pero es como si resolviera ese postulado inicial en los términos del tango,
tanto en los movimientos rápidos como en
el lento, trabajando sobre elementos de
ese material que expone de distintas maneras. Lamentablemente, el programa de
mano no detalla las partes de una obra tan atractiva y cuya gracia sólo puede
ser perceptible desde un trabajo técnico que, pudiendo abordar sus múltiples
dificultades, permita plasmar su espíritu. La fluta solista no parece estar
destinada a obras de gran profundidad musical (en ese caso debemos preguntarnos
en qué reside esta profundidad musical) pero sí al brillo y al planteo
formal, como en este caso.
La técnica y la expresividad de la solista fueron
evidentes, con una orquesta que estuvo a su altura.
Sinfonía
nro. 1, opus 21 de Beethoven
Si bien dentro de un esquema clásico –que cierra
el siglo XVIII- esta obra temprana muestra, además de su riqueza formal y su concepción
casi danzante, elementos novedosos, como su comienzo con una séptima dominante
en fa mayor, siendo que está escrita en la tonalidad de do mayor; también el
tercer movimiento con la forma de un scherzo, diferente al minuet. Otro pasaje
de gran riqueza es el comienzo del andante cantabile, en los segundos violines
y las sucesivas entradas de la cuerda por secciones.
Las obras del período requieran un enfoque
que privilegie el tempo rápido, acentuación, relieve y liviandad en el sonido
antes que los criterios de interpretación de obras de etapas posteriores.
Aunque no fuera éste el enfoque sí es posible señalar que tuvimos una versión
que rindió lo mejor en el Minuetto y trío (rico, conciso y enérgico) y en el
adagio Molto e vivace (tercero y cuarto movimientos) y que, aunque se trató de
una ejecución precisa, hubiera requerido
una mayor plasticidad y un sentido más compacto del todo.
Es de lamentar, una vez más, que se
permita el acceso del público no sólo entre una obra y otra, sino en el curso
de la interpretación de un movimiento y que haya publico siendo acomodado
deambulando en los pasillos en el curso de la interpretación.
Eduardo
Balestena
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