jueves, 21 de agosto de 2014

Dixit Dominus


.The English Baroque Soloists; The Monteverdi Choir
.Director: John Eliot Gardiner
.Teatro Felsenreitschule 20 de julio de 2014

Escritas con pocos años de diferencia –refiere la estudiosa Anne Picard en el texto del programa de mano del concierto- la cantata Christ lag in Todesbachen, de Johann Sebastian Bach (1685-1750); el Stabat Mater, de Alessandro Scarlatti (1685-1757) y el Dixit Dominus de Georg Friedrich Händel (1685-1759) tienen más en común que la juventud de sus autores.
Todas establecen elementos musicales esenciales para otras obras de sus compositores. En el caso de Bach, con sus más de 200 cantatas de iglesia, en el de Händel, el brillo contrapuntístico, o la enérgica musicalidad del Dixit Dominus  aplicada luego a otros géneros, como en concerto grosso o la opera seria. Scarlattti probó su versatilidad y maestría en un trabajo sacro para diez voces y continuo.
La cantata Christ lag in Todesbanden fue probablemente escrita para el domingo de Pascua de 1707 por Bach, quien había sido educado en la misma escuela que Martin Lutero, sobre versos de un canto luterano del siglo XVI, una extrapolación de un canto del siglo XI. La primera intervención, señala John Eliot Gardiner altera el intervalo inicial en uno con semitono descendente de su entera composición: un gesto curioso en un joven que sería tomado para el puesto de organista de St.Blasius. Música de un simbolismo muy preciso, de representación de elementos significativos para la liturgia es, como las restantes del género, una obra maestra en términos musicales: transparencia, sentido de la frase y expresividad en las voces en particularidades muy propias de Bach, como el uso dramático del silencio para subrayar la palabra “nichts”. En la versión de Gardiner se aborda la sinfonía inicial con un rallentando y ya en el primer número (versus I Chirst lag in todes banden- Dueto de sopranos) las voces –que despliegan una textura de fuga- parecen iniciar sus líneas desde una intensidad menor que crece de un modo gradual, como si la línea se elevara delicadamente y sólo después se estableciera en un fraseo muy sutil, con articulaciones suaves y un sonido también grácil que asimismo cambia permanentemente en intensidades en lo que se llama una microdinámica: la gradación se produce –en ese tejido fugado- no en la frase sino en la nota pero la inflexión total es de unidad, por ejemplo en el Halleluja del final de notas muy marcadas en el ataque pero dentro de una línea grácil y flexible.
Diferente en su carácter, el dueto para soprano y alto demanda de las voces la expresión (madrigalismo) del sentido de un texto que expresa meditación y resignación: lo que se traduce musicalmente en una línea lenta, amalgamada, donde las voces –a diferencia del número anterior- no se destacan sino que se funden en un sentido total.
 Más allá del litúrgico, el valor musical de las cantatas de Bach obedece a la precisa inspiración en función de un programa. Un gran detenimiento en los matices, en las gradaciones y un sonido instrumental velado que no prevalece sino que sirve de marco a la concepción vocal del género fue lo que caracterizó a esta versión.
El Stabat Mater de Doménico Scarlatti, obra temprana, posiblemente anterior a 1717, para soprano y alto solista, dos violines y continuo pertenece al stile misto, una fusión de los ideales del renacimiento y los del barroco y fue escrito bajo la influencia de Antonio Liotti (1666-1740) y Alessandro Melani (1639-1703) y aborda un uso cuidado de las disonancias. Se destaca por el despojamiento, la línea de canto lenta, suave y contenida, la distribución del material sonoro en diferentes grupos de voces que no se superponen nunca por razones de volumen sonoro: a lo largo de sus diez números son pocas y breves las partes en que las voces intervienen en su totalidad.
Diferentes elementos confluyen en el Dixit Dominus  (1707) de Händel,  obra original, de audacia compositiva, intensa e inspirada en su concisión y en su diversidad. Se basa en un salmo en las vísperas celebradas en honor a la Virgen del Monte Carmelo. Las vísperas estaban compuestas por varias antífonas y varios salmos. Algunas obras, como el Dixit Dominus o el Salve Regina son interpretadas como piezas sueltas, con independencia de su propósito compositivo. Mucho más allá de este propósito, es una obra virtuosística: en las exigencias vocales, en la expresividad, en la gradación. Momentos como la fuga a cuatro voces sobre el texto Et in secula saeculorum, Amen, (Gloria Patri, et Filio, et Spiritu sancto, Sicut erat in principio, et nunc, et Semper, et in saecula saeculorum. Amen) rápido, técnicamente complejo y expresivo, con un final descendente es una de las pruebas mayores de un virtuosismo que destaca a la voz en todas sus posibilidades. Otra es el propio comienzo, con acentuados pasajes de la cuerda en el motivo inicial, como si se tratara de un concerto grosso que combina los pasajes instrumentales con las voces solistas. En los primeros se destaca la articulación de las frases en la cuerda, sus acentos, el modo de marcar el pasaje de un motivo a otro, con una nota larga luego de la cual es enunciado el desarrollo, que concluye sin embargo suavemente.
El aria siguiente (Virgam virtutis tatuae emittet Dominus…) que lleva la voz femenina más grave –con el acompañamiento del cello- en una serie de notas prolongadas en distintas alturas de un registro siempre exigido pero que debe sonar expresivamente. También virtuosística es el aria siguiente, de soprano (Tecum principium in die virtutis tuae…).
Los coros siguientes (Iuravit Dominus et non paenitebit eum y Tu es sacerdos in aeternum secundum ordinem) se caracterizan, en un caso, por un diminuendo dinámico, que baja desde un forte al pianísimo final y en el segundo por una doble fuga de gran calidad contrapuntística.
Todo sorprende permanentemente en una obra hecha en la invención concisa e intensa.
Los intérpretes
Sir John Eliot Gardiner es una de figuras más relevantes dentro de la interpretación histórica de la música, fundador y director artístico de distintos organismos, como la Orchestre Revolutionnaire er Romantique; The English Baroque Soloists y del Coro Monteverdi, ha sorprendido durante toda su carrera con una mirada nueva hacia las obras del barroco y del clasicismo que rescata las cualidades y la estructura de las obras.
El Coro Monteverdi, fundado en 1964, es uno de los mejores del mundo, y durante sus cincuenta anos de vida ha destacado en numerosos escenarios: voces medias, de gran técnica en función expresiva y de gran precisión tanto en las entradas como en la homogeneidad o la dinámica, poder apreciarlas es una gran experiencia; lo mismo que The English Baroque Soloists, abordando un repertorio desde Monteverdi a Mozart y Haydn, un ensamble instrumental cuya perfección sonora es absoluta.
Los requerimientos de este abordaje del repertorio son grandes y establecen el interrogante acerca de cómo sonarían con los conjuntos instrumentales y las voces en la época de composición de obras que han presentado con una total perfección técnica y expresiva que permite apreciarlas como un hecho musical vivo y lleno de impresiones profundas y de preguntas.    

 


Eduardo Balestena


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