.The English
Baroque Soloists; The Monteverdi Choir
.Director: John Eliot Gardiner
.Teatro Felsenreitschule 20 de julio de 2014
Escritas con pocos años de diferencia –refiere
la estudiosa Anne Picard en el texto del programa de mano del concierto- la
cantata Christ lag in Todesbachen, de
Johann Sebastian Bach (1685-1750); el Stabat
Mater, de Alessandro Scarlatti (1685-1757) y el Dixit Dominus de Georg Friedrich Händel (1685-1759) tienen más en
común que la juventud de sus autores.
Todas establecen elementos musicales esenciales
para otras obras de sus compositores. En el caso de Bach, con sus más de 200
cantatas de iglesia, en el de Händel, el brillo contrapuntístico, o la enérgica
musicalidad del Dixit Dominus aplicada luego a otros géneros, como en concerto grosso o la opera seria. Scarlattti probó su
versatilidad y maestría en un trabajo sacro para diez voces y continuo.
La cantata Christ lag in Todesbanden fue
probablemente escrita para el domingo de Pascua de 1707 por Bach, quien había sido
educado en la misma escuela que Martin Lutero, sobre versos de un canto
luterano del siglo XVI, una extrapolación de un canto del siglo XI. La primera
intervención, señala John Eliot Gardiner altera el intervalo inicial en uno con
semitono descendente de su entera composición: un gesto curioso en un joven que
sería tomado para el puesto de organista de St.Blasius. Música de un simbolismo
muy preciso, de representación de elementos significativos para la liturgia es,
como las restantes del género, una obra maestra en términos musicales:
transparencia, sentido de la frase y expresividad en las voces en
particularidades muy propias de Bach, como el uso dramático del silencio para
subrayar la palabra “nichts”. En la versión de Gardiner se aborda la sinfonía
inicial con un rallentando y ya en el
primer número (versus I Chirst lag in
todes banden- Dueto de sopranos) las voces –que despliegan una textura de
fuga- parecen iniciar sus líneas desde una intensidad menor que crece de un
modo gradual, como si la línea se elevara delicadamente y sólo después se
estableciera en un fraseo muy sutil, con articulaciones suaves y un sonido
también grácil que asimismo cambia permanentemente en intensidades en lo que se
llama una microdinámica: la gradación se produce –en ese tejido fugado- no en
la frase sino en la nota pero la inflexión total es de unidad, por ejemplo en
el Halleluja del final de notas muy
marcadas en el ataque pero dentro de una línea grácil y flexible.
Diferente en su
carácter, el dueto para soprano y alto demanda de las voces la expresión
(madrigalismo) del sentido de un texto que expresa meditación y resignación: lo
que se traduce musicalmente en una línea lenta, amalgamada, donde las voces –a
diferencia del número anterior- no se destacan sino que se funden en un sentido
total.
Más allá del litúrgico, el valor musical de
las cantatas de Bach obedece a la precisa inspiración en función de un
programa. Un gran detenimiento en los matices, en las gradaciones y un sonido
instrumental velado que no prevalece sino que sirve de marco a la concepción
vocal del género fue lo que caracterizó a esta versión.
El Stabat Mater de Doménico Scarlatti, obra
temprana, posiblemente anterior a 1717, para soprano y alto solista, dos
violines y continuo pertenece al stile
misto, una fusión de los ideales del renacimiento y los del barroco y fue
escrito bajo la influencia de Antonio Liotti (1666-1740) y Alessandro Melani
(1639-1703) y aborda un uso cuidado de las disonancias. Se destaca por el
despojamiento, la línea de canto lenta, suave y contenida, la distribución del
material sonoro en diferentes grupos de voces que no se superponen nunca por
razones de volumen sonoro: a lo largo de sus diez números son pocas y breves
las partes en que las voces intervienen en su totalidad.
Diferentes elementos
confluyen en el Dixit Dominus (1707) de Händel, obra original, de audacia compositiva, intensa
e inspirada en su concisión y en su diversidad. Se basa en un salmo en las
vísperas celebradas en honor a la
Virgen del Monte Carmelo. Las vísperas estaban compuestas por
varias antífonas y varios salmos. Algunas obras, como el Dixit Dominus o el Salve
Regina son interpretadas como piezas sueltas, con independencia de su
propósito compositivo. Mucho más allá de este propósito, es una obra virtuosística:
en las exigencias vocales, en la expresividad, en la gradación. Momentos como
la fuga a cuatro voces sobre el texto Et
in secula saeculorum, Amen, (Gloria Patri, et Filio, et Spiritu sancto,
Sicut erat in principio, et nunc, et Semper, et in saecula saeculorum. Amen) rápido,
técnicamente complejo y expresivo, con un final descendente es una de las
pruebas mayores de un virtuosismo que destaca a la voz en todas sus
posibilidades. Otra es el propio comienzo, con acentuados pasajes de la cuerda
en el motivo inicial, como si se tratara de un concerto grosso que combina los pasajes instrumentales con las
voces solistas. En los primeros se destaca la articulación de las frases en la
cuerda, sus acentos, el modo de marcar el pasaje de un motivo a otro, con una
nota larga luego de la cual es enunciado el desarrollo, que concluye sin
embargo suavemente.
El aria
siguiente (Virgam virtutis tatuae emittet Dominus…) que lleva la voz femenina más
grave –con el acompañamiento del cello- en una serie de notas prolongadas en
distintas alturas de un registro siempre exigido pero que debe sonar
expresivamente. También virtuosística es el aria siguiente, de soprano (Tecum
principium in die virtutis tuae…).
Los coros
siguientes (Iuravit Dominus et non paenitebit eum y Tu es sacerdos in aeternum
secundum ordinem) se caracterizan, en un caso, por un diminuendo dinámico, que
baja desde un forte al pianísimo final y en el segundo por una
doble fuga de gran calidad contrapuntística.
Todo sorprende
permanentemente en una obra hecha en la invención concisa e intensa.
Los intérpretes
Sir John Eliot
Gardiner es una de figuras más relevantes dentro de la interpretación histórica
de la música, fundador y director artístico de distintos organismos, como la Orchestre Revolutionnaire
er Romantique; The English Baroque Soloists y del Coro Monteverdi, ha
sorprendido durante toda su carrera con una mirada nueva hacia las obras del
barroco y del clasicismo que rescata las cualidades y la estructura de las
obras.
El Coro
Monteverdi, fundado en 1964, es uno de los mejores del mundo, y durante sus
cincuenta anos de vida ha destacado en numerosos escenarios: voces medias, de
gran técnica en función expresiva y de gran precisión tanto en las entradas
como en la homogeneidad o la dinámica, poder apreciarlas es una gran
experiencia; lo mismo que The English Baroque Soloists, abordando un repertorio
desde Monteverdi a Mozart y Haydn, un ensamble instrumental cuya perfección
sonora es absoluta.
Los
requerimientos de este abordaje del repertorio son grandes y establecen el
interrogante acerca de cómo sonarían con los conjuntos instrumentales y las
voces en la época de composición de obras que han presentado con una total
perfección técnica y expresiva que permite apreciarlas como un hecho musical vivo
y lleno de impresiones profundas y de preguntas.
Eduardo Balestena
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