.Orquesta Sinfónica Municipal de Mar del Plata
.Dirigida por Guillermo Becerra
.Teatro Municipal Colón, 30 de mayo
Iniciado con la sinfonía nro. 6, opus
68, Pastoral, el segundo de los conciertos dedicados al anunciado ciclo de las
9 obras del género compuestas por Ludwig van Beethoven fue dirigido por el
maestro Guillermo Becerra al frente de la Orquesta Sinfónica Municipal, en el
Teatro Colón de Mar del Plata el 30 de mayo.
Sinfonía
nro. 1 en do mayor, opus 21
Tal como lo manifestó el maestro al
comienzo del concierto, concebida bajo el poderoso influjo de las sinfonías de
Mozart (tal como asimismo sucede con las primeras de Schubert) muestra sin
embargo definidos rasgos beethovenianos: la energía, el impulso, ciertos
acordes de las trompas y las maderas y el predominio de acentos e inflexiones
por sobre la pura melodía, en un marco absolutamente clásico, lo que le da una
identidad propia: fuerza, encanto sonoro, un sonido puro y destacado.
Con un tempo rápido, con claridad en las
articulaciones, el sonido áspero de los violines, en partes como el comienzo
del segundo movimiento, andante cantábile perjudico el resultado final y el
balance con el resto de la cuerda. No obstante el resultado general fue el de
una versión armada, sin altibajos en una obra que presenta dificultades como la
claridad del timbre, o el tejido sonoro de la cuerda en partes como el segundo
movimiento.
Sinfonía
nro. 3, en mi bemol mayor, opus 55, Heroica
Verdadero punto de inflexión en la
historia de la música, la obra presenta varios órdenes de innovación: el
primero es una libertad que supedita las formas al hallazgo y exploración de
nuevos recursos que también constituyen un nuevo mundo sonoro: el primer
movimiento, hasta la recapitulación, es un despliegue inédito y una ruptura (tocar
fuerte, sforzando, es decir, danto
intensidad a cada nota, son algunas de las demandas); el concebir un segundo
movimiento como una Marcha fúnebre-
Adagio assai, con un cambio en la acumulación tensional del primer
movimiento Allegro con brio, es una
de las muestras de esa libertad. Otra lo es la concepción del tercer movimiento
como un Scherzo Allegro Vivace, en
lugar de un Menuetto, asimismo con el
desarrollo de una triada armónica en las trompas, que hasta entonces
intervenían en diadas.
Hay que agregar a ellos las dimensiones
y la dificultad intrínseca de la interpretación. Beethoven explota de un modo
diferente a la orquesta: se advierte en la trama de cuerdas que intervienen
casi siempre divididas, en la polifonía que se construye con las maderas, en un
paisaje sonoro imperativo, en la rapidez, la exactitud y la energía y en el
papel que confiere a secciones como los metales y la percusión.
Ya el famoso breve y tajante acorde
inicial en los violines, antes de la aparición del sencillo primer tema en los
cellos, le da esa impronta.
Desde el punto de vista dinámico fue una
versión lograda, sin desajustes, en un tempo vivo, con sus mayores demandas de
precisión y sin vacilaciones. No siempre es así cuando el tempo lento atenúa
ese efecto de fuerza de la obra.
En sonido de una cuerda siempre exigida
rindió lo mejor –en los violines- en los
pasajes rápidos antes que en lugares como el Adagio assai donde el sonido
áspero no beneficia el lirismo propio del movimiento. Algunos inconvenientes en
las trompas, durante el scherzo, pasajes
de una construcción musical sutil y
efectiva, como todo en este opus, tampoco desmerecieron el balance total: la
obra sonó imperativa, vibrante, en una claridad de articulaciones e
intervenciones, y secciones muy efectivas, como las maderas –oboes, clarinetes,
flautas mostraron sus cualidades- o la percusión. En el contexto de esta obra y
riqueza rítmica, el timbal es algo más que un efecto que subraya: establece una
suerte de relieve y de marco.
El Finale-Allegro
molto es también un testimonio de libertad creadora: el tema con
variaciones, del mismo modo que en las Rapsodia
sobre un tema de Paganini de Rachmaninoff, es concebido con el enunciado
–en pizzicato- de elementos del tema que sólo será presentado más tarde, y que
es transformado mediante esa serie de variaciones sobre distintas alturas de la
frase principal en todas las posibilidades del tema.
En su explicación antes de la obra el
maestro Guillermo Becerra se refirió a la importancia que este opus tiene para
él en el plano personal y en el profesional, en el cual la obra del genio de
Bonn tiene singular gravitación. En 1986 la Sinfónica, dirigida por el maestro
Becerra la primera integral de las sinfonías de Beethoven en Mar del Plata. No
se trata de circunstancias casuales, hacen a su vínculo tanto con la obra del
compositor como con la Orquesta Sinfónica Municipal.
Asimismo, la orquesta brindó su
reconocimiento al violista José Cardozo Borges, uno de sus miembros más
antiguos, que se retiró de una larga vida profesional en este concierto.
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