El programa se inició con El Moldava, poema sinfónico de
Bedrich Smetana, obra paradigmática del nacionalismo romántico checo que es
demandante en el cuidado de una melodía cuya inflexión es en todo momento
significativa para la obra, en su fraseo y en el manejo de una dinámica que
debe ser tan expresiva como homogénea. Ya desde la polifonía inicial en las
flautas que dan lugar a la aparición del tema central –en el cual la cuerda se
divide en elementos diferentes- se plantea el color como uno de los elementos
primordiales. Mantener esa dinámica y la claridad que siempre requiere la obra,
en la exposición de elementos diferentes es otra de sus exigencias.
Adrián
Cesario fue compositor e
intérprete de la Fantasía Flamenca , para orquesta de cuerdas y guitarra.
Discípulo de Isidro Maiztegui, pianista, violinista, arreglador, es además un
virtuoso de la guitarra, instrumento con el que ha abordado, en carácter de
solista, obras como Homenaje a la
Seguidilla , de Moreno Torroba; el concierto de Aranjuez, de
Rodrigo o Jeromita Linares, de Guastavino. Cultor y difusor del flamenco, la
música popular española es el lenguaje que siente inherente a él. Sin embargo, la Fantasía no es una obra
virtuosa ni se basa exclusivamente en cambios de rítmica, ni en pasajes rápidos
sino que aparece como un trabajo introspectivo, de renuncia al puro efecto y
donde el uso de los ritmos es tenue y velado. Concebida en un movimiento
desarrollado a partir de un motivo inicial –y conductor- se plantea en al menos
dos secciones –con un cambio de modo- y un final y está dada tanto en la
variación de ese elemento como el cambio en las armonías con que es presentado.
Si bien con anterioridad Adrián Cesario mostró su manejo absoluto del
instrumento hoy lo hizo con el del lenguaje y sus posibilidades, en un ámbito
diferente –la orquesta de cuerdas.
Sinfonía
nro. 4 en fa mayor, opus 36 de Piotr Ilich Tchaikovsky Si
algo parece decisivo en una obra como esta es la elección de un tempo que
permita hacerla compacta pero clara, vibrante y expresiva pero delicada, y
poder resolver las exigencias de los pasajes más rápidos sin ralentizarlos. El
carácter compacto puede lograrse por una muy correcta afinación y un trabajo en
las inflexiones de un discurso musical bastante complejo: por la transformación
de motivos, por su enlace y por la alternancia entre elementos diferentes en un
mismo momento. Hay lugares, como la intervención de las maderas –flautas y
clarinetes- en el segundo movimiento, cuando la cuerda lleva la línea melódica,
que en el tempo elegido resultan verdaderamente difíciles: por el carácter y
los problemas técnicos de interpretación que plantean pero que por eso mismo le
dieron fuerza al enfoque de la dirección. Otro lugar muy logrado fue el último
movimiento, de requerimientos particularmente en una cuerda siempre exigida
pero que sonó muy homogénea, en un tempo rápido pero muy claro que implica que
tanto la rapidez como el poder ejecutarla dentro de pautas de ajuste y
afinación hagan más exigente la interpretación.
Gustavo Guersman ha sido concertino durante muchos
años, con una extensa trayectoria y experiencia, conoce bien el trabajo con una
orquesta: se nota en la claridad de su manejo, en la atención a los aspectos
técnicos y en el resultado final que en el caso destacó en aspectos tales como
el manejo de la cuerda, el manejo de las
dinámicas, el tempo y la claridad de una interpretación muy ajustada.
Eduardo
Balestena
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