.Orquesta Sinfónica Municipal de Mar del Plata
.Dirigida por el maestro Diego Lurbe
.Solista: José Luís Juri, piano
.Teatro Municipal Colón, 2 de julio
La Orquesta Sinfónica Municipal se
presentó con su director titular, el maestro Diego Lurbe, con la actuación
solista de José Luís Juri en piano.
La Marcha
húngara, de Héctor Berlioz
(1803-1869) abrió el programa, que prosiguió con el Concierto para piano nro. 2 en la mayor, s 125, de Franz Liszt (1811-1886. Escrito hacia
1863 el segundo concierto de Liszt consta de solo y extenso movimiento,
articulado en seis secciones está concebido dentro de la técnica de la
variación temática y en una textura muy cerrada entre el instrumento solista
(que en varias oportunidades sirve de acompañante) y la orquesta que con
frecuencia presenta o desarrolla los temas que pasan al piano y de éste
nuevamente al dispositivo orquestal.
Las demandas técnicas tienen que ver con
esa exposición continua, que literalmente no da respiro, lo cerrado de esa
textura, en la cual la melodía pasa alternativamente del instrumento solista a
la orquesta, lo mismo que el aspecto armónico y el balance entre la orquesta y
el piano. El solista debe tocar muy fuerte en determinados lugares –como en el
final- ante una orquesta en forte.
Por momentos marcial y enérgico, por
momentos discurriendo en motivos delicados y dulces –sin grandes desarrollos
melódicos- como en el dueto entre el piano y el cello en una de las secciones,
es una obra de exactitud.
Jose Luís Juri cuanta con una extensa
carrera nacional e internacional –que lo ha llevado a actuar en Túnez; Egipto;
Suiza; además de países de Latinoamérica
como Cuba; Brasil; Perú y México y en distintos festivales, entre otras
experiencias. Su repertorio incluye trabajos tan demandantes como La sonata
para dos pianos y percusión de Bela Bartók, que interpretó junto con Fernanda
Morello y percusionistas de la Orquesta Estable del Teatro Colón de Buenos
Aires, en el ciclo de Intérpretes Argentino de ese organismo –y en otras ocasiones-
; o uno de los Conciertos para piano nro 3 de dicho compositor, entre muchas
otras. Con nuestra sinfónica interpreto el tercer concierto de Beethoven con el
claro de luna de Debussy como bis.
En esta oportunidad, con una versión más
consolidada respecto al ensayo general de la mañana, fue lograda una interpretación
homogénea y precisa –sin desfasaje alguno en una estructura realmente cerrada- donde
lugares como el dúo entre el piano y el cello que, junto con intervenciones
como al de corno solista cerca del comienzo, rompen cierta sequedad de un
discurso musical proclive a la sola rapidez o la energía y que carece, en varias
de sus secciones, de suavidad y belleza melódica. Que ello haya sido logrado
luego del ensayo del viernes y del general del sábado habla de la
profesionalidad del solista, el director y la orquesta.
La fantasía Kamarinskaia de Mikhail
Glinka (1804-1857) fue abordada en la segunda parte. Iniciador del
nacionalismo romántico ruso en la música Glinka tomó esta danza popular rusa
como base de su composición, escrita en 1843.
Glinka lleva esta forma a la orquesta y
la trata con singular riqueza en la orquestación: los motivos danzantes
discurren en rápidos pasajes en las cuerdas, en algunos lugares en forma contrapuntística;
o en las maderas. Los motivos danzantes, vivos y repetitivos con una enorme
gracia y maestría hacen de la fantasía un trabajo brillante e imaginativo.
El poema sinfónico Los Preludios, de Franz
Liszt cerró el programa. Terminado en 1851 y basado en un poema de
Lamartine sobre cuyas cuatro secciones estructuró el programa de la obra. El
uso del arpa, de los pizzicatos en la cuerda, sigue a las referencias del texto
que habla de la lira o al arpa. Lo mismo las trompetas. La obra se abre con un
prólogo cuyos elementos son utilizados en la coda final.
Con obras no frecuentes en su repertorio
y prosiguiendo con la temática de autores rusos la orquesta se lució,
particularmente en la segunda parte, con una cuerda homogénea, un sonido
cuidado; una sección de maderas siempre sólida y una línea de metales que se
destacó particularmente en el final de Los Preludios.
La dirección del maestro Diego Lurbe es
siempre clara, exacta y pendiente de las entradas. Uno de los ejemplos fue la
cuenta de los compases del piano para calcular las entradas de la orquesta, en
el intrincado segundo concierto de Liszt y otra el trabajo previo que permitió
el abordaje que hubo de un repertorio no frecuente.
Destacaron especialmente Federico
Dalmacio (cello); Mario Romano (clarinete) y la sección de metales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario